Comienza una nueva etapa. Han pasado ya cinco años y cuatro temporadas sin dar la cara por REHALA, mi blog, que se dice pronto. Mucho tiempo, muchos cambios y un zurrón muy cargado a las espaldas, lleno de alegrías y disgustos, repleto de emociones y experiencias difíciles, de las que marcan y endurecen la pellica. Una experiencia intensa, vivida por dentro, en la que no hay sino agradecimiento hacia quien ha tutelado mis primeros pasos en el mundo de la rehala, Pepe Ortega, quien desde la amistad que nos une, me amparó y me guió para que llegado el momento, y no sin dificultad por la decisión tomada, haya sido capaz de dar el paso y echar a volar solo en este difícil gremio, el de los dueños de rehala.
Con la fuerza y el cariño de mis fieles seguidores, el calor recibido, y sobretodo, los ánimos por volver a echar andar este singular rincón de la red, vuelvo al tajo tras este largo punto y seguido. Por delante un proyecto que va afianzándose a medida que pasan los días, con importantes inversiones y duros sacrificios, mucho tiempo dedicado y una amalgama de papeles, documentos y escritos que no podrán con una afición difícil de medir: la de los perros, la de montear, la de la rehala.
Dispuesto a todo, y con el apoyo de Cristina, la que a finales de Julio será mi futura esposa, doy el paso. Se juntan perros y se averigua sitio en condiciones donde tenerlos, compramos furgoneta, buscamos perrero y empiezo a mover documentación. No es fácil tener perros en condiciones y de forma legal, lo que esta claro que no debe haber justificación para no hacerlo de esta manera. Sin trampas ni cartón, haciendo las cosas por derecho y revindicando la figura del dueño de rehala, tan deteriorada hoy día, decidimos, Cristina y yo, sentar las bases de este nuevo proyecto.
Un camino duro y solitario, en el que el colega más cercano en edad pudiera ser mi padre y en el que la cantera que se vislumbra y que debe achuchar se ve vacía y con pocas perspectivas de que renazca. No hay nuevos aficionados a la rehala por la simple razón de la afición y no por un puñado de dolares diarios o una forma de especia con la cual mercadear. Hay que tirar del carro, hay que salir del armario -¡que este gremio se nos muere señores!-, hay que asomar la gaita sin miedo y hacernos sitio sin cobardía, tenemos que batirnos en caballera batalla dentro del monte por dar la magnitud que se merece el perro de rehala y nuestra montería. La rivalidad es buena siempre, hay que romper esta situación de comodidad y de cumplir expediente en la que lo menos malo sirve.
Decidido a encontrar mi sitio me lanzo a la piscina, con la pureza y la ganas de morder como estandarte, me dispongo a acudir donde me llamen, donde quieran seriedad y formalidad, donde necesiten perros que muevan el monte y hagan disfrutar a las escopetas y donde respeten y cuiden a las tres famosas patas del banquillo; perrero, perros y su propietario, en este caso, un servidor, Rodrigo Barbudo, Rorry.
Sin lugar a dudas una apuesta valiente Rorry, te deseo lo mejor en el complicado mundo de la rehala.
ResponderEliminarTe felicito por partida doble a ti y a Cristina.
Ya nos veremos por nuestras benditas sierras.
¿Quién se va a embarcar en este embolao si no somos nosotros?!
ResponderEliminarMuchas gracias Rafa.
Un fuerte abrazo.