Ya lo dice una expresión muy nuestra: "Dios los crea y ellos se juntan". Y es la citada expresión la forma más fácil de resumir como nos conocimos Jacinto y yo. Fue en un curso de los organizados por APROCA Ciudad Real, concretamente el destinado a prepararnos para obtener el título de "Guarda Particular de Campo. Especialidad en Caza". Allí, también conocí al bueno de Andrés y desde entonces nos une una gran amistad.
En T. M. de Villarta de los Montes se encuentra la finca Valle del Cijara.
Tomando una cerveza, después de una de las tardes de curso, fue cuando Jacinto nos comentó la tremenda ilusión que le hacía que pudiéramos ir este año a su montería, y así, de esta manera pudiéramos conocer la finca que, poquito a poco y con mucho esfuerzo, estaba creando en las caídas al embalse del Cijara. A mí, que un enreo de este tipo me atrae sobremanera, me faltó tiempo para animarme, comprometiéndonos Andrés y yo en ir juntos al puesto para evitarle más molestia.
La junta en el bar de Bohonal.
El sorteo era en Bohonal, en el culo de mundo, para que nos entendamos. Andrés durmió en Almadén, yo en Ciudad Real, quedando en juntarnos al amanecer en el cruce que va hacia Villarta de los Montes, en la carretera que une Puebla de Don Rodrigo con Herrera del Duque, zona de reconocido prestigio montero. Me resultó curioso circular por esa carretera que tanto he recorrido por trabajo para otros menesteres mucho más agradables.
Después de unas migas y una copita de aguardiente salimos ligeros, no sin antes acercarme a saludar a un gran dueño de rehala de la zona, concretamente de Talarrubias: D. José Manuel Blanco. Gran aficionado Manolo Blanco, con el que me hizo una tremenda ilusión coincidir. Muy buenas referencias había escuchado sobre la zona, la proximidad de la Reserva Nacional del Cijara siempre da confianza, y es que hay muy buenos venaos por esos pagos.
Perros de la rehala de D. José Manuel Blanco de Talarrubias (Badajoz).
Me apetecía bastante poder ver trabajar ese día a las rehalas, y es que siempre que se mueve uno de su querida Córdoba, cuido de llevar bien abiertos los ojos y fijarme en los perros de otras partes de la España montera. Tipos, encastes, cruces, hechuras, tradiciones...en fin, que gusta conocer que cautiva por otras zonas. En ese sentido, el puesto al que fuimos me permitiría poder ver el trasteo de las rehalas, si bien era un puesto bastante cerrado pues como tiradero contaba con un oscuro salto de carril.
Afortunadamente, los huecos presentes entre tanto pino y chaparro, y el hecho de encontrarnos a media falta nos proporcionaba una magnífica visión de la mancha a batir. Al poco de sentirse los coches moverse por la mancha, desde nuestra privilegiada situación pudimos ver como se meneaban las primeras reses. Alguna pelota de pepas y algún joven venao salían de sus encames extrañados por tanto ajetreo, siempre muy lejos para nuestra postura y sobre todo para mis apuntaeras.
El único tiradero del puesto era el salto del carril.
Andrés armado con su escopetón, siempre atento al salto del carril, no dejo de animarme y avivar mis ilusiones en poder cobrar algún bicho en su compañía. El hecho de que el puesto estuviera localizado en una fría umbría y el insuficiente abrigo que echamos, provocó que mi compañero no dudara en buscar leña y encender una magnifica candela que agradeció mi friolera complexión.
Andrés, al abrigo de la candela, no perdió detalle del discurrir de los perros.
Las diferentes sueltas las pudimos presenciar de manera extraordinaria. Los jóvenes pinares salteados entre espesos jarales fueron un espléndido decorado para tan grandioso espectáculo. En pocos segundos el monte cobró vida, la escena conformada por cientos de manchas blancas moviéndose nerviosas entre la sierra, hizo que mi aventura montera a tierras pacenses se viera recompensada con creces. Bella exhibición la de esos perros grandes como mulos, moviéndose ágiles entre jaras y carrascas, abiertos en abanico y peinando el terreno de forma ejemplar. Que alegría me lleve al ver, con ayuda de los prismáticos, que una de esas rehalas que tan bien andaba, llevaba como collar bandera nacional y goma amarilla, propiedad de D. José Manuel Blanco.
Las carreras de las reses, siempre muy distantes, nos mantuvieron en alerta toda la montería. La botellita de vino con que nos obsequio Jacinto por la mañana nos supo a gloria, y es que el frío que pasamos fue tremebundo. Los bichos, más en solana que en umbría, hacían disfrutar a los puestos más bajos, es decir, los que iban a continuación del nuestro. Esos se tiznaron, sobre todo los últimos que tirando a pecho enfrente consumaron el magnífico trabajo de las rehalas frente a los marranos.
Espectaculares las hechuras de este precioso atravesao rubio de D. Carlos Porras.
Nuestra umbría la montearon un par de rehalas, una de ellas la de D. Carlos Porras (collares rojo y azul con corbata de bandera nacional), de la otra siento no conocer el propietario, solamente me fije que se trataban de podencos y atravesaos finos con collar verde. Estas dos rehalas fueron las que movieron la poca chicha que hubo en esa fría umbría, únicamente levantaron una cierva cuando venían de vuelta. Vuelta que Andrés tuvo que indicarles donde debían de dar porque marchaban sin guía y por desconocimiento estuvieron a un tris de dejar el final de la mano sin montear.
La mano dando cara en nuestra postura.
Una vez pasaron los perros de vuelta empezamos a recoger, los primeros rayos de sol se notaban entre la arboleda, hecho que agradecimos porque vaya frío que pasamos allí. ¡Por algo llamaran a esa zona La Siberia extremeña. Cosa rara, llegamos de los primeros al cortijo. Una sopa caliente y un buen plato de puchero nos entonaron el cuerpo mientras cambiamos opiniones con el resto de monteros.
Atravesao de la rehala de D. Carlos Porras.
La cosa no estuvo nada mal, tiraron muchos puestos y según nos comentó Jacinto padre, la montería cumplió otro años más. Quedaba mucho camino de vuelta, hasta Córdoba había un tirón, por lo que mientras tomamos café en la casa aprovechamos para agradecerles a la familia Jaramillo el buen día que pasamos para a continuación tomar carretera de vuelta a casa.
El trabajo de las rehalas en El Valle del Cijara me hizo volver a casa con un buen sabor de boca.
Buenas Rory:
ResponderEliminarSe echaba mucho de menos las cronicas de tus azañas monteras y veo que esta te ha llevado por mis dominios, llevo monteando en los valles de consolación de herrera del duque ya varios años y cada vez que vamos es una ruleta rusa. Espero que te haya gustado como se montea por esta zona de españa y quieras repetir.
Un saludo
Paco
BUENAS NOCHES RORRY AUNQUE NO NOS CONOCEMOS PERSOLMENTE TENGO BUENAS REFERENCIAS DE TI TENEMOS AMIGOS EN COMUN COMO SON, MARIANO AGUAYO, ENRIQUE GARNICA Y MANOLIN SU EXCELENTE REHALERO DE CORDOBA QUE CAZAMOS JUNTOS VARIAS MONTERIAS, ES UN LUJO TENER GENTE COMO TU QUE VALORA EL TRABAJO DE NUESTROS PERROS POR ESO ES TODO UN PLACER INVITARTE A VISITAR MIS PERRERAS O QUE NOS ACOMPAÑES EN CUALQUIER MONTERIA PARA PASAR UN DIA AGRADABLE LOS PERROS LOS TENGO EN ALMADEN (C.REAL) PERO CAZO MUCHO EN LA ZONA DE CARDEÑA, MONTORO, ETC.
ResponderEliminarUN SALUDO.
ANGEL CORCHERO.
Muchas gracias por vuestras palabras, con vuestros comentarios me animais a seguir escribiendo a pesar del poco tiempo que tengo para poder hacerlo.
ResponderEliminarEs un orgullo que buenos aficionados como tu, Paco, y gente del mundo de la rehala, como D. Ángel Corchero, sigan mi blog.
Paco, espero volver pronto por tu zona a montear pues guardo de ella un buen recuerdo.
Ángel, creeme que te tomo la palabra y ojala pronto podamos conocernos y echar un buen dia de perros.
Un saludo compañeros,
Rorry Barbudo