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UNA REHALA

UNA REHALA

No hay verdadera montería sin perros. Cuando se montea de verdad, es decir, con todos los elementos que el caso requiere, y entre ellos, y en lugar preeminente, varias rehalas punteras, éstas lo van diciendo todo. Lo van diciendo todo al que sabe escuchar, que no es fácil. Si sabe escuchar, aunque le haya tocado un puesto en que, por mala suerte, no haya tenido vista sobre el terreno, se habrá podido dar perfecta cuenta -siempre y cuando los perros sean de calidad- de todo cuanto ha sucedido en el día. Desde la hora en que se soltó hasta en la que se terminó la batida: de si ha habido interés o no, de si se ha tirado bien o mal, de si la caza ha corrido en dirección que convenía, de si se ha vuelto o de si no ha salido. En fin, de todo se habrá enterado y bien poco será lo que le puedan contar los que han tenido la suerte de presenciar el conjunto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

EL PERRO DE REHALA

EL PERRO DE REHALA

El buen perro de rehala, sea cualquiera su clase, desde el puro podenco envelado y peliduro al de padres desconocidos y tipo inverosímil -que los dos pueden ser de punta-, requiere, entre otras, las siguientes características principales: fuerza, coraje, perseverancia, vientos y dicha. A cuál de ellas mas importantes, y si no las reúne es un perro incompleto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

jueves, 25 de febrero de 2010

Los Bonales (Almodóvar del Campo, Ciudad Real)

Los Bonales se localiza en el término municipal de Almodóvar de Campo, uno de los términos más grandes de España, y es que gran parte de la cara norte de Sierra Morena pertenecen a este municipio manchego. El acceso a la finca desde Córdoba se realiza por la carretera de Almadén, cogiendo por Alamillo y siguiendo dirección hacia Brazatortas.

El día se esperaba terrible, daban agua desde la tarde anterior y por todos los medios aseguraban que difícil era que no nos mojáramos. Cargados de moral y con un buen madrugón en las espaldas nos plantamos allí Jorge y yo. Era la última de la temporada y confiamos en poner un bonito broche final al curso 2009/10.
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José Miguel Sánchez junto a su sobrino Sergio preparando el sorteo.

José Miguel, "El Anchoa", nos citó en el cortijo de la finca a las nueve. Allí mientras saludamos a unos y otros, degustamos unas buenas migas que ayudaron a espabilar. El tiempo parecía que aguantaba y aunque por Alcaracejos nos cayó una buena, allí aunque nublado, no caía ni gota. Salimos fuera y estuvimos comentando la mancha que se echaba. Era el segundo de los golpes que se le dan a la finca, la primera mancha se dio bastante bien, esta segunda se esperaba algo más floja.
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Vicente Merino, Antonio Sánchez de Puerta y Juan Francisco, perrero de Vicente.
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Antes de comenzar el sorteo, las advertencias. Se hizo especial hincapié en que se trataba de una montería a marranos, en la que los venaos y los corzos se respetarían. El sorteo se dividió en dos montones de sobres, los de andar y los de no andar. Los primeros solían ser buenos, pero claro, andar había que andar de verdad. Detalle que no pudo con la comodidad de muchos monteros que no dudaron, a pesar de que pudiera ser más flojo el puesto, en meter la mano dentro del montón de los "no cómodos".

Diego García Courtoy tuvo buena mano en el sorteo.

El rezo sentido y triste. Durante el mismo se recordó a un familiar de José Miguel y al Carri, buen amigo de muchos de los allí presentes que desgraciadamente nos dejo el día anterior. Poco tardamos en organizar nuestra armada, la primera en salir, y tomar dirección hacia la mancha. Camino de las posturas pudimos ver como algunas de las rehalas esperaban ya en sus sueltas, lejanas a la mancha a batir, en una estrategia para intentar remeter.

Momento del rezo en Los Bonales.

Entre las muchas rehalas citadas para la ocasión la de Eduardo Cadenas, la de Juan Fernández de Mesa, la de Mari Carmen Prieto, la de Manolo Pérez, la de Blesa, la de Diego García Courtoy, la de Vicente Merino, la de Juan de Dios Pliego, la de Santiago del Moral o la de Madueño, entre otras.

Berrendo de Vicente Merino, divisa y collarín de la cencerra rojo.

La armada discurría por un cortadero que iba desde la cuerda hasta el sopie. Al número uno iría yo, a pocos metros de la tela que cerraba por la cuerda. En el dos, Jorge, a pocos metros de mi y viéndonos. Se agradece tener al lado un amigo, al que si vemos tirar seguro que nos alegramos de su fortuna. El hecho de poder verlo fallar también tiene su guasa.

Manolo Pérez, Bernardino, Javier Fragero y Manolo Pérez hijo perfectamente pertrechados.

El puesto era muy cerrado, el tiro debía ser al salto y muy intuitivo. Desde la tira que marcaba el puesto hacia la tela, menos de cuarenta metros. Algún pino con muy mala leche se situaba justo en medio del cortadero. Pobre, pensé, en caso de entrar un marrano iba a tener muchas papeletas de llevarse un tiro. En la otra dirección una única verea, pues la siguiente era más de Jorge que mía. El aire soplaba fuerte, pero la lluvia seguía respetándonos.

Puesto número 1 del Cortadero.

La mancha se cerró pronto, en menos de lo esperado los primeros perros daban cara pegados a la tela. Eran unos podencos canelas con divisa naranja y goma verde, una de las rehalas de Alamillo. Que desilusión que no fueran los Mellis Romero con sus perros, desde que me comentó "El Anchoa" que por nuestras posturas montearían rehalas del pueblo, tenia la ilusión de que fueran los de divisa azul y roja. Otra vez será.

Podenco colorao de una de las rehalas de Alamillo por el cortadero.

Al poco de cruzar los primeros perros por el cortadero siento una ladra en mi dirección y pegada a la malla. Poco tardaron en pasar una pelota de cinco o seis venaos que malleando huían de la mancha, ninguno destacaba. La emoción de la carrera y lo cerrado del puesto me hicieron entrar en calor y olvidarme del desagradable viento que además de molesto no me ayudaba nada a sentir el monte.

Con la llegada de los perreros al cortadero momento de cambiarse de lado, aviso a Jorge que aprovecha para hacerme una visita y charlar. Como no podía ser de otra manera estuvimos bromeando un rato hasta que el latido de un perro provocó que nos recolocáramos. Un bonito y prometedor vareto cruzó entre los dos.

Vista del número 1 del Cortadero en dirección hacia el sopie.

Tiros se sentían pocos, quizás el aire evitaba que los escucháramos pero esperaba algo más, la verdad. Por nuestra armada no cruzó ni un marrano, reses si vimos en varias posturas destacando un precioso venao que le entró a Juan Vilela en uno de los puestos que pegaba al sopie. Algún corzo también se dejo ver.

Detalle en la puerta de la furgoneta de la rehala de Vicente Merino.

Recogimos pronto, los perros habían pasado ya y estaba comenzando a caer agua. No nos habíamos mojado en toda la mañana, no era cuestión de ponerse como una sopa cuando eran ya casi las tres. Le dimos parte al postor en el carril que atravesaba la armada por mitad y tomamos dirección hacia el cortijo. Lo primero acercarse a José Miguel y contarle los pormenores del puesto. Le gusta que le contemos con pelos y señales como ha ido el día. En mi opinión, detalle importante que se echa de menos y que se agradece que le interese a todo buen capitán de montería. El Anchoa lo es.

Divisa azul y naranja, podenco berrendo de Juan Fernández de Mesa.

La comida estuvo muy bien, el cochifrito de Los Pedroches y el potaje ayudaron a recuperarse, sobretodo a alguno como Javier Fragero que llego con la cara desencajada después del "paseo" que tuvo que darse hasta su postura. Los marranos fueron llegando al cortijo, el resultado más o menos el esperado, unos quince cochinos, destacando un par de machetes.

No tardamos en salir de allí, todavía quedaba un buen paseíto hasta tierras cordobesas y la tarde se estaba poniendo fea. Antes de despedirnos de los allí presentes, a muchos no los veré desgraciadamente hasta la próxima temporada, me acerque a buscar a Pepillo Fragonetas, perrero de Diego García Courtoy. Gracias a Dios había vuelto ya al monte después del susto que le provocó una mala caída echando Suerte Alta.

miércoles, 24 de febrero de 2010

La Hoja Perdida (Guadalmez, Ciudad Real)

Con la temporada ya finiquitada por tierras andaluzas aún quedaba el último estirón para los que nos cuesta sangre, sudor y lágrimas poner el punto y final al curso cinegético. Consistía en encajar hasta tierras manchegas para así apurar el último fin de semana en alguna mancha de la vecina comunidad.

La Hoja Perdida es una mancha chiquitita, localizada junto a la carretera que une Santa Eufemia con Almadén, y a la margen derecha del río Guadalmez en su camino buscando su desembocadura en el Zújar. Forma un triángulo cuyas lindes son: El citado río y las fincas Vioque y Palacio. Entre amigos, se encargan de organizarla Nono y Carlos cada año. Poquitos puestos, buenos aficionados y mucha predisposición a darle un buen susto a los marranos.

Buenos aficionados nos damos cita cada año en La Hoja Perdida.

En su día nos vimos obligados a suspenderla, estaba puesta para principios de año. La decisión fue acertada, aquel domingo de enero coincidió con la tremenda nevada y aquella zona se vio afectada sobremanera. Nuestra pena, que por aquellos días la mancha se veía muy tocada de cochinos y la ilusión por dar un buen manchón se desvaneció, nunca mejor dicho, por fuerza mayor.

El Cortijo La Vega, lugar de la junta.

La junta en El Cortijo La Vega, cerca de la estación de Guadalmez. Allí poco a poco fuimos llegando. Después de una café y unas perrunillas, dio comienzo el sorteo. Nono y Carlos se encargaron de dirigirlo ágilmente. La suerte me mandó a una armada que no me disgustaba, Las Peñas. Además, Aniceto estaría en el número cuatro, yo en el tres y eso me animaba pues me comentó que sus vecinos últimamente tiraban.

Juan Vilela bromeando con Carlos y Nono Gonzalez de Canales, antes del sorteo.

Buenos aficionados, cordobeses y extremeños, nos solemos juntar cada año para dar esta mancha. El buen ambiente que reina y la ilusión con que nos juntamos siempre hace de este ganchete un día muy especial. En nuestra mente siempre, las ganas de poder un día formalizar un grupo en torno a una mancha de las auténticas y verdaderas como las que existen por aquella zona tan salvaje donde ser unen las tres comunidades autónomas.

Momento del rezo en La Hoja Perdida.

Rehalas vinieron cuatro, una de Sta. Eufemia y otras tres de Córdoba, la de Pepe Ortega (divisa y collarín de la cencerra naranja), la de Eduardo Cadenas (divisa bandera nacional sobre fondo azul) y la de Mari Carmen Prieto (Divisa roja y negra). Nono y Carlos siempre cuidan el tema de las rehalas, cosa que valoramos los que asistimos.

Buenas rehalas se citaron para La Hoja Perdida. En la imagen, sus perreros.

Tras el rezo, las armadas fueron saliendo poco a poco. Para facilitar el siempre complicado cierre de la mancha se intentó llevar los menos coches posibles y hacer poco ruido. Por esta razón se montaron muchas posturas andando. Aquello es muy chiquitito y hay que cerrarlo a conciencia. Se echa de menos hoy día las caminatas hasta el puesto registrando pistas y vereas.

Armada Las Peñas camino de sus posturas.

Mi armada, Las Peñas, se montaba en forma de "T" o martillo. El número uno y dos iban en el cortafuegos obligado de la servidumbre de un gaseoducto. El tres, el mío, en uno de los extremos de la corona de la "T", y el resto de la armada en el otro extremo de la corona, en unas peñas que daban el nombre a la armada. El puesto, muy cerrado era complicadísimo, afortunadamente el aire pegando en la cara. El cortadero estaba muy sucio de jaras y una anchura de no más de dos metros. Delante una lengua de monte muy cerrada donde siempre se encamaban cochinos y a la espalda la huida hacia Palacio. El tiro, si se diera el caso, debía de ser muy intuitivo.

Sucio y complicado el número tres de Las Peñas.

La suelta no se hizo esperar, como todos los años en la zona de dehesa. El primero en dar cara al cortadero fue uno de Pepe Ortega que cazando largo y lejos de Cristiano había llegado hasta el final de la mancha. Con su traqueteo movió algún que otro zorro que me sorprendió en su sigilosa marcha. No soy yo mucho de tirar los zorros, bien se sabe quien suele fiarse de ellos en su huida de las manchas.

El de Pepe Ortega dando cara en mi postura.

Los primeros disparos se empezaron a sentir, las ladras dieron vida al silencio que había reinado durante un buen rato. Las pepas y alguna corza que guardaba la mancha se movieron con el trabajo de los perros. Las voces de Pepe "El Sartén" y Javi, perreros de Cadenas y de Mari Carmen Prieto respectivamente, se sentían en lo más hondo del monte animando a sus valientes. Por lo que oigo comentar, un buen marrano trae locos a los perros en lo más espeso, las carreras y las ladras de los alegres podencos delatan el lance donde no alcanza mi vista.

Berrendo con divisa roja y negra, propiedad de Mari Carmen Prieto.

Una carrera por bajo de mi cortadero me pone en alerta, parece un marrano que paralelo a mi cortadero toma las de "villa diego" hacia Vioque. Por mucho que intenté clarearlo entre las jaras me fue imposible. A ver si el cierre de Vioque lo ponía patas arriba. Con las rehalas muy próximas una cierva salta hacia Palacio, tras ella uno de Eduardo Cadenas con fuertes apoyos y achaparraete, muy en su tipo. Qué buena temporada la de esta rehala.

El de Cadenas, con divisa de bandera nacional sobre fondo azul, atento al latir de un compañero.

Con el remate de los perros en mi armada, Rafa Prados y Fran Moreda, que ocupaban el último puesto de la siguiente armada, se acercan a charlar un rato y cambiar opiniones. Aquello había estado flojillo. Lo del año pasado, una veintena de marranos no fue normal, pero algo más esperábamos. Poco tardó en aparecer Aniceto por mi puesto y juntos evaluar el día. Él había corrido la misma suerte que yo, sintió alguna carrera pero no pudo clarearla. A su derecha si habían tirado, desde luego no me había engañado, siempre tiraban los puestos de al lado suya.

Detalle de la furgoneta de la rehala de Pepe Ortega.

Después de recoger, juntos marchamos hacia donde habíamos dejado los coches. Poco a poco fueron llegando los componentes de nuestra armada, el uno había cobrado una marrana hermosa y Carlos, desde Las Peñas había matado otro marrano. Esos dos cochinos fueron el resultado final, pero tirar se tiraron al menos tres o cuatro más. El marrano grande que se las vio y se las deseó con los perros se escapó entre los coches, un clásico. Por algo llegan a viejos.

Cristiano, perrero de Ortega, sujetando a uno de sus berrendos mientras le cosían una puñalada en un jamón.

La comida fue en la casa de Las Cumbres. Un puchero de garbanzos chicos con una pringá sensacional nos calentó el cuerpo, a los que como yo estuvieron sintiendo el airecito serrano toda la mañana en la cara. Después de un café y un dulce, vuelta para Córdoba. Al día siguiente había que volver por la zona para montear en el que ciertamente iba a ser el punto final al curso cinegético 2009/10.

sábado, 20 de febrero de 2010

Una triste noticia

Se nos ha ido un gran montero y mejor persona, Rafael Carranza, El Carri. Se ha marchado de repente, sin tiempo para despedirse de tanta y tanta persona como le apreciabamos.

En el recuerdo, siempre tendré su sonrisa contagiosa y el cariñoso saludo que me dispensaba. En casa de nuestros amigos los Spínola, en La Aljabara, coincidí por ultima vez con él está temporada. Siempre en compañía de su familia, su mujer Menchi y su hijo Falele, formaban un trio muy querido en la Córdoba montera.

Carri, ya te echamos de menos. Descansa en paz.

Rafael Carranza, El Carri, junto a su hijo Falele.

lunes, 15 de febrero de 2010

El Aliso (Hinojales, Huelva)

Me apetecía mucho montear con esta joven peña cordobesa de "Monteros Españoles". Es este su segundo año de vida y me habían hablado muy bien de ella. Grandes aficionados y magníficos dueños de rehala la constituyen, en general mucha cara conocida y bastantes amigos.

Cerraban el curso 2009/10 en tierras onubenses, dos días de montería por la zona de Aracena, sábado y domingo para poner broche a su segunda temporada en el candelero. Me avisó la semana anterior un buen amigo y dueño de rehala, Enrique Garnica. El primer día le iba a ser imposible asistir por motivos de trabajo, y tras pedir la venia a "Monteros Españoles" me animó a que fuera pues sabía de las buenas rehalas que acostumbran a convocar esta peña y lo que me gusta a mi eso. Acepté muy agradecido e ilusionado con la invitación.

Plano de la mancha a batir, El Aliso.

Hubo quien durmió, es un decir, la noche de antes en Aracena, las caras de por la mañana lo decían todo. El grueso de la expedición salimos temprano desde Córdoba. Por el camino, la cosa pintaba fea. No paró de caer agua hasta que salimos de Sevilla dirección a Aracena por la ruta de la Plata, donde afortunadamente se fueron abriendo las nubes.

Previo al sorteo, muy buen ambiente entre Monteros Españoles.

La junta, en un bar de Aracena. Un amplio salón donde poco a poco fueron llegando los monteros. El más madrugador, Anastasio, jefe de campo de "Monteros Españoles". Tras saludar a tanta cara conocida, como allí se dio cita, se paso a sortear. El propio Anastasio y Rafa Alcaide fueron los encargados de llevar la voz cantante. Esta vez no tenía en quien escudarme y me tocó meter la dichosa manita. Fui a parar a la armada del Cierre del Alto. Mi consuelo: en la misma armada que José Miguel Sánchez "El Anchoa" y Javier Fragero, dos que pueden presumir de buena mano y en la que Anastasio ocuparía el último puesto.

Rafa Alcaide y Anastasio durante el sorteo.

Antes del rezo, dirigido por Macarena, algún que otro lógico reproche por la ausencia de la bandera nacional presidiendo la mesa del sorteo. Alcaide, olvidos de este tipo no se pueden tolerar. Hubo que aguantar la salida de las armadas, la mayoría de las rehalas que venían de Córdoba se habían pasado Aracena y habían ido a parar a Mérida. Así que matamos la inquietud con una palomita antes de salir.

A Rafa Alcaide se le llamó al orden. ¡Vaya olvido!

Monteamos El Aliso, finca que se sitúa en la misma linde entre los términos municipales de Aracena e Hinojales, pero perteneciente a este último municipio onubense. La mancha la constituye un extenso laderón situado en la margen derecha del Rivera de Hinojales. Posee una fea y desagradable repoblación de eucaliptos es su zona alta que va cambiando a medida que se acerca al cauce, existiendo lomas, cañadas y testeros de jaras mucho más monteros en las proximidades del sopie.

Detalles de las furgonetas de Eduardo Cadenas, Santiago del Moral, Manolo Pérez y Enrique Garnica.

Rehalas vinieron doce, seis de la zona y otras tantas cordobesas. Desde Córdoba vinieron muy buenas rehalas, propiedad de: Rafa Alcaide y Rafa Cruz (divisa bandera nacional sobre fondo verde), Santiago del Moral (divisa a franjas rojas y amarillas), Manolo Pérez (divisa negra y collarín de la cencerra de bandera nacional), Enrique Garnica (divisa a franjas rojas y negras), Gonzalo Morenés (divisa a franjas rojas y azules) y Eduardo Cadenas (divisa bandera nacional sobre fondo azul). Muy buen material el que convocaron Monteros Españoles, se agradece.

Podencos y atravesaos conforman la rehala de Cruz y Alcaide.

Mi armada en la cuerda, cerrando lo más alto de la mancha. Puestos muy cerrados, con poca visibilidad (al menos los primeros números) tirando al salto del carril que separa los eucaliptos del monte de jara de la finca vecina. Dentro de lo que cabe, mi puesto era de los más resultones que vi. Tenía un cortadero limpio donde podía sorprenderme un marrano en un momento dado y se puede decir que siendo muy optimista podría clarear el cervuno entre los malditos eucaliptos. Un pero: Si no hay sitio para dejar el coche se avisa y me voy con un compañero de armada. Tuve que dejar el coche en mitad del carril, en el mismo puesto. Los bichos esas cosas las extrañan y así ocurrió con muchas de las pepas que me entraron.

Número seis del Cierre del Alto. De fondo el embalse de Aracena.

La moda de tirar ciervas en finca abiertas también ha llegado a Huelva. Había una de cupo, que no tiré. No estaba el día como para sacar las manos de los bolsillos tontamente con la rasca que hacia allí en lo alto. Bromas a parte, seamos un poco responsables con el tema de las ciervas que al final la Administración se sale con la suya y acaba con nuestra montería. No creo que en El Aliso hiciera falta quitar hembras, la verdad.

Las vistas desde la cuerda eran preciosas.

El puesto tuvo poca historia. Ciervas si vi en varias ocasiones, pero mi coche se encargó de hacerlas correr y únicamente por la espalda me entraron unas que rebozaron hacia la mancha lindera. Tiros se escucharon bastantes y ladras también pero por mi cortadero no dio cara ningún marrano. En continua comunicación con Rafa Alcaide, me fue relatando como iba la cosa y me animaba a que no perdiera la esperanza en tirar. Él había rematado a cuchillo un cochino.

Bellísima la estampa del atravesao de Garnica.

Pocos perros dieron cara por mi puesto, tampoco tenían porque hacerlo. Únicamente algún atravesao de Garnica y algún que otro podenco de Eduardo Cadenas, muy en su tipo, fueron los que pasaron tras los pasos de las ciervas antes citadas. Un sabueso, de las rehalas de la zona, se dedicó a latir el rastro de las ciervas que se pasaron a la mancha de al lado, durante toda la mañana. Por mucho que los defienda Citrania, no están hechos para esto.

Podenco de Eduardo Cadenas dando cara en el número 6 del Cierre del Alto.

En mi armada, que os voy a contar que no os imaginéis a estas alturas: Anastasio tiró un venao que no cobro, Javier Fragero mató una buena marrana y en el puesto de "El Anchoa" un marranete. Es mejor no pensarlo mucho, pero desde luego es que hay gente que tiene suerte. Yo soy más de la teoría futbolera de Luis Aragonés. Él defiende que la suerte no existe pero si la mala suerte. A esta última, desgraciadamente, la voy conociendo cada día más.

De camino al lugar del puchero una parada en algún puesto para preguntar por como había ido el día y una parrafada en la suelta con Fernandito el de Morenés, Raúl el de Alcaide y Cruz, y Prosineski el de Manolo Pérez. Estaban completos y no tardarían en coger caminito de Córdoba, que al día siguiente volverían a montear allí.

Atravesao de Gonzalo Morenés. Divisa a franjas rojas y azules.

Buen ambiente en la comida, el caldo calentito me sentó de maravilla. En la cuerda del Cierre del Alto pase algo más que frío. Intentos hubo para que me quedara a dormir y montear al día siguiente, pero no podía ser. Se lo agradecí a Monteros Españoles y le desee suerte para el día siguiente donde esperaban superar la docena de marranos que se cobraron en El Aliso, donde además se fallaron dos venaos.

Que buen ambiente el que existe en Monteros Españoles, ya me lo había comentado algún amigo que había monteado con ellos y en El Aliso lo pude comprobar pues me trataron como uno más de la peña. Mucho compañerismo y buen ambiente, corriendo los tiempos que corren, no es moco de pavo. Enrique, muchas gracias por la invitación.

jueves, 11 de febrero de 2010

El Pantano (Espiel, Córdoba)

El Pantano es como en el mundillo montero cordobés se denomina a los alrededores del embalse de Puente Nuevo. Son terrenos que fueron propiedad de Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Hoy día, con el cambio de competencias, han sido transferidos a la triple A (Agencia Andaluza del Agua).

Desde hace ya tropecientos años, los hermanos Mané y Javier Giménez son los encargados de organizar las dos manchas con que cuenta El Pantano. A la primera por coincidirme con una de las aventuras de Encinasola, me fue imposible asistir. La segunda mancha, Don Quiles, estaba prevista echarla el día dos de Enero pero se suspendió por el mal estado de los caminos. Finalmente se marcó para el fin de semana pasado.

Mucha cara conocida se da cita en las monterías de El Pantano.

Si hay un calificativo que defina a la perfección estas dos monterías en lo abierto de la zona de Espiel y Villaviciosa de Córdoba es: auténticas. Allí se respira un ambiente montero muy añejo. En cierto sentido es como desplazarse unos pocos de años atrás. Ninguna parafernalia de esas de ahora. Son días de montería de las de verdad, de las de aficionados.

Berrendo de la rehala de Pepe Ortega.

Rehalas, una plantilla sensacional. Es una alegría llegar a los barracones, junto al camping de Puente Nuevo y saludar a Pepe Ortega, Antonio Velasco, Poley, Juan Corral, José Mari Cabanás, Juanillón, Pedro Mohedano o Diego García Courtoy, entre otros. Se agradece que se cuente con tan buen material.

Álvaro, Juanma, Miguelo y Álvaro Morales antes del sorteo.

Muchísima cara conocida de Córdoba y algún que otro extremeño, entre los asistentes. Desayuno lo justo, una copita y andando para la mesa del sorteo. Allí Mané, inquieto, buscaba algún despistado que faltaba por meter la manita para así terminar y dar paso al rezo. Mi padre sacó el número uno de Los Cerezos. No encontramos muchas referencias. La única de Javi Giménez, que al decirle la armada me comentó que los números altos eran los que mas le gustaba. ¿Para que preguntare?

El momento del sorteo.

Orden de salida, los terceros. Podía asomarme tranquilamente a los camiones de los perros a saludar. Allí encontré a Pedro Mohedano con el que estuve charlando un buen rato, salude a Cristiano, el de Pepe Ortega, y cuando acordé ya estaba mi padre en la fila de coches de la armada. Nos íbamos ya.

Javier y Mané Giménez durante el rezo.

Entramos por el camino que va hacia La Lagartijera y El Algarrobillo, pasando el Collao de los Venaos a la derecha. Pasando por el Arroyo Bejarano, entramos ya en la mancha. Los primeros en quedarnos fuimos nosotros. El puesto en la misma caja de un arroyo con poca pendiente a ambas márgenes y separando, un pinar limpio pero denso de un morrete de jaras con pinos en su corono. A nuestra espalda una ladera de chaparros con poca visibilidad. No acababa de verlo del todo.

El número uno de Los Cerezos.

Sentimos tirar al puesto siguiente conforme iban poniéndose el resto de posturas de la armada. Habrían levantado algún venao, pensamos. A nuestra espalda también tiraron cuando empezamos a sentir las rehalas camino de la suelta. Por nuestra ajustada postura ni un jopo.

Vista del número 1 de Los Cerezos.

Los primeros perros en dar cara por nuestra postura venían tras los pasos de una cierva que nos sorprendió por la izquierda. Traían collar y collarín de la cencerra naranja, eran berrendos de Ortega. Las voces de Cristiano se sentían a lo lejos. Conforme iba transcurriendo la mañana se iban escuchando cada vez más tiros. Parecía que aquello estaba animadillo.

Berrendo de Ortega tras los pasos de la cierva.

Por la espalda una ladra nos hizo intuir la carrera de una res detrás de las copas de los chaparros. Al instante sentimos los tiros. Por la espalda nos llegan los rubios de Jesús Bernier con divisa amarilla. A Rafael "El Poenco", perrero de Bernier, ni siquiera lo sentimos. En el pinar de nuestra derecha, sentimos latir un valiente de Ortega. Parece a cochino, atentos escudriñamos las terrazas de los pinos pero no conseguimos distinguir nada, parece que corrió hacia arriba.

Rubio con divisa amarilla, de Jesús Bernier.

Después de esta ultima ladra, solo una cierva nos alertó. Por sus pasos un podenco fino con collar rojo y collarín de la cencerra blanco, en el costillar JP, era de Poley. Las caracolas empezaron a sentirse en los puntales, aquello estaba finiquitado. Otro bolo para el currículum, vaya final de temporada.

Podenco de Poley. Divisa roja y collarín de la cencerra blanco.

Una vez ya en los barracones, junto a la presa, momento de recuperar fuerza. Cada uno saca su taco y a las escaleras, a compartir con el compañero un poco de tortilla, embutidos, empanada, cinta de lomo y tinto que no falte. En fin, lo que buenamente haya podido traer cada uno de casa. Que imagen mas bonita ver el escalerón repleto de monteros intercambiando fiambreras y ofreciendo al compañero de sus alforjas.

Curiosa la imagen del taco en los escalones.

Se iba haciendo recuento, allí había chicha. Muchas puestos habían tirado, la sorpresa la cantidad de venaos que se estaba contabilizando. Alguno con calificativo de pavo. Por cierto, el pavo en cuestión desapareció rápidamente de la junta de carnes, sin dar oportunidad a que lo disfrutáramos el resto de monteros. Mal detalle por parte del afortunado, quizás sospecharía que se lo pudieran discutir. Si es así, digo yo, que por algo seria.

Bonitos los venaos cobrados en El Pantano.

Escuche a Mané comentar que los perros habían cogido un marrano tremendo, por lo visto eran los de Mohedano. Tarde poco en buscar a Pedro que me describió con pelos y señales como había sido el lance. Orgulloso me comentó como Mané al enterarse de la noticia, aun en el campo y sin ver los colmillos del cochino, le dijo: Pedro, ese cochino es para ti, es la recompensa por alimentar y cuidar buenos perros. Quedan todavía señores en la sierra.

Marcos, Fede y Moyano en El Pantano.

Poco a poco se echaba la tarde, faltaba un solo remolque. En el debía venir el bichaco. Pedro impaciente y contento describía a unos y a otros como había sido la pelea de sus valientes, dos salieron mal heridos. El remolque llegó, pero allí no venia. Incertidumbre, nerviosismo, preocupación,...Pedro y yo, pedimos permiso a Mané y a Javier para ir a buscarlo. Le indicó a mi padre que se baje a Córdoba, ya me llevará alguien a casa.

Le transmito mi preocupación a Pedro, sinceramente pensaba que el marrano se lo habría llevado algún listillo. La verdad que aquella zona tiene mala fama para estas cosas. Mohedano convencido de que tenia que estar allí conduce seguro por los carriles. Por el camino, Juan Corral y Poley buscando perros. A los perros de este último, un pastor se había liado a tiros con ellos, de vergüenza.

Nos empezamos a orientar y Pedro, recordando las posturas por las que pasó localiza la cañá donde debía estar el berraco. La noche se iba echando, nos quedaba poco rato de luz. Caminamos entre los pinos y viendo los sucio y quebrado que estaba aquello empecé a recobrar la confianza: ese marrano tenia que estar allí. A lo lejos divisó una tira blanca en un chaparro, me acercó rápido, detrás Pedro seguía reviviendo el lance para ver si así conseguía dar con el bicho. De repente la voz me sale del alma: ¡Pedro, aquí esta el marrano!

Le doy la enhorabuena, un par de fotos con el móvil (con las prisas me deje la cámara en el coche) y rápido de vuelta. Pedro, tenia un especial interés en que llegara a los barracones para que lo vieran Mané y Javier, pero cuando llegamos allí no había nadie. Mané con dolor de espalda se había marchado a casa, y Javier nos esperaba junto a Alvarito Pedregosa y a Javi, su hijo, en el Laura, en El Vacar, donde paramos a enseñarles el trofeo. Todavía Pedro volvió a ofrecerle a Javier los colmillos, y de nuevo Javier le insistió en que eran para él. Entre señores es todo más fácil.

Pedro Mohedano con el marrano que le mató, a cuchillo, a sus perros en El Pantano.

En fin, monterión en la segunda mancha de El Pantano: treinta y cinco cochinos y once venados. Estos últimos muy bonitos en general. Desde aquí transmitir, de nuevo, la enhorabuena a Javier y a Mané. Animarlos a que continúen manteniendo el buen ambiente montero en las manchas de El Pantano.

martes, 9 de febrero de 2010

Dehesa Vieja (Hornachuelos, Córdoba)

Que día más divertido el que organizan año tras año los García Liñán en esta manchita situada en el término municipal de Hornachuelos, próxima a la vecina Palma del Río. Correrías de todo tipo hemos vivido allí desde hace ya bastantes años, éramos aun estudiantes de agrónomos, y rara era la semana que no inventábamos algo. Peroles, tiro al plato, codornices, zorzales, aguardos por daños al maíz, excursiones a caballo, jornadas de pesca en el pantano, paseos en barca, hasta tiene unos hoyos para darle al golf... En fin, multitud de enreos campestres. Esos que tanto se echan de menos cuando uno va teniendo una y mil dichosas responsabilidades.

Situada próxima a las urbanizaciones de la zona, Dehesa Vieja o Pajares, como la conocemos, es una finca de regadío magnífica que además posee unas apretadas caídas a la derivación del pantano del Retortillo, donde se suele encamar algún que otro marrano. Estas caídas, con fuertes pendientes, forman unos manchones de monte cerrado, donde cada año se organiza el denominado manchón.

Muy buenos aficionados nos juntamos año tras año en Pajares.

Se intenta echar siempre para la época navideña, este año por diversos motivos se retrasó. Javi, como cada año, me avisó. Nada de madrugar, la junta a las diez, delante de la casa de Torrico, el guarda. Por el camino un café en el Hotel María de Posadas donde ya nos encontramos unos pocos que íbamos por la misma verea hacia Pajares.

Borja, Ricardo y Cristóbal. Vaya tres cazandangas.

La familia copa, casi al completo, la plantilla convocada para el manchón. Gran cantidad de primos son los García Liñán y prácticamente al completo, grandes aficionados. Aparte, algunos amigos de la familia y ya esta la lista de asistentes totales. Rehalas no hace falta buscarlas muy lejos, las dos de la familia y la de los hermanos Lora, con estas tres sobra y basta para poner patas arriba aquello.

Magnífico ambiente el que reina entre los García Liñán.

Después de saludar a tanta cara conocida y tomar una copita de oloroso llegaron las advertencias de la mano de Julio. A continuación un respetuoso rezo en el que se recordó al gran abuelo de la familia, D. Juan García Liñan, que se fue hace poco, pero como gran montero y mejor persona, siempre se le echa en falta en una junta montera.

Hermanos García Liñán durante el rezo.

Este año, en compañía de Blanca, nos tocó en el Camino del Agua, concretamente en el puesto del Acebuche. Se agradece el seguir conservando los puestos con nombre propio, se le da mucho encanto y tiene un dulce sabor a antiguo tal detalle. Una vez conocido el sitio de cada uno fuimos comentándolo unos y otros, mientras empezaban a moverse los coches camino de la mancha.

Gonzalo, explicando a Cristóbal y a Grego cúal era su puesto.

La gran mayoría de puestos los ocupan gente joven, pues un grupo importante de no tan jóvenes prefieren disfrutar viendo las corridas de los bichos y el trabajar de los perros desde el pantano, dando un divertido y ameno paseo en barca, llevando para ello avituallamiento para no tener necesidades en caso de un hipotético naufragio. Ellos son los encargados de reprochar los fallos clamorosos de más de uno. Desde allí se ve todo.

Julio y Rafa preparando la salida de las primeras armadas.

Mi postura, cerrando la mancha, a priori puede parecer de todo menos cochinera, pero es que los marranos acostumbran a salir y a entrar por las riveras de monte en su intento de despistar los perros. Por frente, un pechete limpio, tras éste otro pecho del que sólo dominaba la cresta y en la citada cresta el comienzo del monte. Precisamente allí es donde debía estar más atento.

El puesto del Acebuche, a mi derecha el arroyo.

A mi derecha un arroyo muy sucio, el cual no debía perder de vista pues tenía muy buena pinta para que pudiese salir de allí un cochinete, así me lo advirtió Javi cuando me dejo en el puesto. En el siguiente puesto, el bueno de Mel. Que buen compañero de armada, mira que tiene suerte. Raro es el día que no tira.

Preciosa la estampa del berrendo de García Liñán.

Rápido se sintieron los primeros tiros, al principio más chorreados, pero hubo un momento que aquello era la guerra. Hubo lances que parecían interminables, carreras que debieron llevarse más de diez tiros y recorrerse armadas enteras. Los cochinos, que se tragan muchas balas. ¡Y cómo anima esto una mancha! Los perros sensacionales, creo que no hace falta hablar de los perros con divisa y collarín de la cencerra de la bandera nacional capitaneados por Pepe Ballesteros. Qué buena rehala la de García Liñán.

Detalle de la furgoneta de la rehala de García Liñán.

Los marranos no salieron como otros años a los altos, y puestos como el mío, no tuvieron la suerte de otras ocasiones. No tiré, mala cosa a la que me estoy acostumbrando, pero el día fue magnífico. El sol radiante acompañó durante toda la mañana y el ir y venir de los podencos de la casa me mantuvieron pendiente en todo momento.

El día acompañó en el manchón de Dehesa Vieja.

Ballesteros, al dar cara por el carril me comentó que habían salido muchos cochinos, que los puestos más bajos se habían divertido de lo lindo. Y tanto que se habían divertido, hubo puestos que llegaron a ver hasta seis marranos. Alguno, como Carlos Molina, cobró tres. Los hermanos Rafa y Diego Canals aprovecharon muy bien su puesto con dos. En fin, aquello había salido muy bien. Se juntaron quince marranos en el tapete final, dándose así uno de los mejores resultados.

Ballesteros, después del trabajo bien hecho, camino de la furgoneta.

De comer nos pusimos hasta arriba. Las judías pintas estaban sensacionales y el buffet de tartas irresistible. La verdad que fue un día magnífico, se agradecen estos manchones con poquitos puestos, todos conocidos, mucha gente joven, buenas rehalas y un ambiente tan agradable. Si encima hay suerte y se coge la mancha con marranos. ¿Qué más se puede pedir?


Curiosa y atípica la imagen del plantel de cochinos junto a la barca.

Con días como estos, poquito a poco, se le va metiendo el gusanillo del campo a tanto chiquillo como van reuniendo entre los primos García Liñán. Sin duda, es la mejor escuela que pueden tener. Con razón han salido todos tan buenos aficionados.

Bueno y sano el ambiente en Dehesa Vieja.