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UNA REHALA

UNA REHALA

No hay verdadera montería sin perros. Cuando se montea de verdad, es decir, con todos los elementos que el caso requiere, y entre ellos, y en lugar preeminente, varias rehalas punteras, éstas lo van diciendo todo. Lo van diciendo todo al que sabe escuchar, que no es fácil. Si sabe escuchar, aunque le haya tocado un puesto en que, por mala suerte, no haya tenido vista sobre el terreno, se habrá podido dar perfecta cuenta -siempre y cuando los perros sean de calidad- de todo cuanto ha sucedido en el día. Desde la hora en que se soltó hasta en la que se terminó la batida: de si ha habido interés o no, de si se ha tirado bien o mal, de si la caza ha corrido en dirección que convenía, de si se ha vuelto o de si no ha salido. En fin, de todo se habrá enterado y bien poco será lo que le puedan contar los que han tenido la suerte de presenciar el conjunto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

EL PERRO DE REHALA

EL PERRO DE REHALA

El buen perro de rehala, sea cualquiera su clase, desde el puro podenco envelado y peliduro al de padres desconocidos y tipo inverosímil -que los dos pueden ser de punta-, requiere, entre otras, las siguientes características principales: fuerza, coraje, perseverancia, vientos y dicha. A cuál de ellas mas importantes, y si no las reúne es un perro incompleto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

martes, 30 de marzo de 2010

Nuevas perreras para los Borlanes

Así es, los berrendos de Borland han cambiado de perreras. Se han mudado de la Carrera del Caballo, allá por la carretera del Santuario de la Virgen de Linares, a las antiguas perreras del bueno de D. Faustino Almagro, en la carretera del Puente Moncho, junto a la finca que da nombre a la ganadería de reses bravas de los Centeno, El Capricho.

Collares azules con franja negra y collarines de la cencerra amarilla, recogidos hasta la próxima temporada.

Los de divisa verde y collarín de la cencerra morada, de D. Faustino, han dado paso a los de divisa azul con franja negra y collarín de la cencerra amarilla de D. Rafael Borland. Dos buenas rehalas, la primera, desgraciadamente desaparecida hace poco. Cuánto se echa de menos a D. Faustino en las juntas monteras cordobesas. La de D. Rafael gozando de un gran momento.

Divisa verde y collarín de la cencerra morado, en el recuerdo la rehala de D. Faustino Almagro.

El lugar ha sido un acierto. A menos de diez minutos de Córdoba, sin problema alguno con los vecinos (en la Carrera del Caballo los chalets se habían hecho ya con las perreras), con espacio suficiente para que los perros se estiren, se soleen y corran por un amplio corralón, además a la vera de un arroyo que todos sabemos lo duro que es el verano en el califato. En fin, un sitio cómodo y sensacional para los perros.

Vista general de las perreras de D. Rafael Borland.

Desde que acabó la temporada pasada, tanto Joaquín como su padre Rafael y su tío Luis han echado el resto para poner la perrera pronto a punto. Dedicándole un fin de semana largo la han acondicionado para que los Borlanes estuvieran lo antes posible en su nueva casa. Una concienzuda obra en el interior y un amplio corral exterior han sido suficientes para que puedan estar ya allí instalados, aun queda mucho que perfilar: exteriores, rampa-cargadero, accesos,...pero eso es cuestión de tiempo, conociendo la maña de esta familia en menos de lo esperado dejan aquello de dulce.

Las perreras una vez desalojadas. Han quedado magníficas.

En el interior unos amplios pesebres perfectamente rematados dan higiene y comodidad a los berrendos, además de facilitar la limpieza de la perrera. El tejado de la nave ha sido convenientemente aislado. Los tubos de PVC recorren la pared y la medianera de la instalación proporcionando agua de manera individual a cada perro que además, posee su propio comedero. En los pesebres el nombre de cada figura: Finito, Sargento, Regalito, Gafas, Bicicleta, Rayo, Cobra, Tarzán, Artillero, Miserias, Trabuco,...en fin, nombres que para un aficionado suenan a gloria. Sólo un perro de rehala puede llamarse así.

Joaquín Borland de faena con sus preciosos berrendos.

Ya fuera, y tras un juego de puertas con las aberturas a conciencia para un fácil y correcto manejo, un amplio corralón rodeado con recia alambrada donde los perros corren, juegan, se solean y se relacionan cada día, pues no hay día que no salgan a estirar las patas. Qué bien vienen para una plantilla que trabaja en equipo estos largos ratos juntos, ya sean sueltos o acollarados, pues Joaquín quiere que sus berrendos vuelvan a acostumbrarse a esta bella y añeja forma de manejo. Me alegra esta decisión, es un maravilloso espectáculo contemplarlos de esta manera en la sierra.

Los Borlanes "tomando el sol" en el corralón.

Pues allí eche la mañana del Domingo de Ramos, charlando con Joaquín de perros, rehalas, perreros, manchas, cruces, camadas, proyectos e ideas, en fin, de lo que tanto nos gusta y apasiona. A la par soltó los perros y los pasó al corralón, los cachorros con alguna perra repuntada al corral independiente que posee solo para ellos. Con tremenda facilidad y ayudado de la manguera dejó la perrera limpia y en un momento estaba aquello apañado para después de un buen rato de darle al palique y echar algún cigarro volver a amarrarlos.

Podencos berrendos envelaos y parejos son los Borlanes.

Buen amigo Joaquín, y gran persona. Da gusto verlo disfrutar junto a sus berrendos, oír relatar sus valientes lances y notar como orgulloso habla de ellos. Es mucho lo que la familia Borland ha hecho, hace y estoy seguro que seguirá haciendo por el mundo de la rehala en Córdoba. Los que amamos y disfrutamos con esto le estamos muy agradecidos y lo valoramos como se merece.

Berrendo de D. Rafael Borland.

lunes, 22 de marzo de 2010

Choza Redonda (Obejo, Córdoba)

Cuando ya tenía todos los chismes guardados, lo último que se me pasaba por la cabeza es que me avisaran a estas alturas para montear. Me llamó mi amigo Grego para echar un manchón en lo suyo. Choza se encuentra dentro del perímetro marcado por la Administración como "zona Auyeszky", estando obligado a dar una batida, ampliando la posible fecha aun habiéndose puesto punto y final a la temporada montera.

Tito, Emilio Holgado, Pepe Sáez, Juan Cabello y Antonio Crespo en la junta de Choza Redonda.

Se había echado de menos esta montería durante la ya pasada campaña montera, y cuando Grego me comentó el plan me hizo una tremenda ilusión el que contara conmigo para tal sarao. Se montarían poquitos puestos y prácticamente la mayoría gente joven, buenos aficionados y con ganas de pasar un buen día entre amigos, para más inri en un lugar tan agradable como lo es Choza Redonda, en las mismas afueras de Córdoba y dando cara al embalse de San Rafael de Navallana. Se montearía con dos rehalas, la de Diego García Courtoy y la de Manolo Pérez.

Pepillo Fragonetas, perrero de Diego García Courtoy, junto a sus perros.

Cristóbal quedó en recogerme a las ocho y media en la puerta de mi casa, iríamos juntos al puesto. Antes de llegar paramos en La Lancha a tomar café. Allí, saludamos a una importante cuadrilla de amigos que también iban al mismo enreo. Había más de uno que acumulaba pocas horas de sueño, y es que la noche previa en el Baratillo de la Plaza de Toros de Córdoba se alargó más de la cuenta. Menos mal que supe retirarme a tiempo.

Pepe Millán, Manolo Pérez y Prosineski, charlando con Pepillo antes de rezar.

Tras callejear y criticar la que han liado las parcelas y las antiestéticas urbanizaciones en Alcolea llegamos a la puerta de La Tierna, por donde se accede a Choza Redonda. A poca distancia de carril, el lugar de la junta: La vieja cantera. Allí mucha cara conocida, gente joven en su mayoría y buenos aficionados. Los camiones de las dos rehalas junto al carril, estábamos todos.

Cristóbal y José Ignacio. Buenos aficionados nos juntamos en Choza Redonda.

Saboreando una copita de anís charlamos unos y otros mientras esperábamos a Faillo, hermano de Grego, que había ido con Prosineski, perrero de Manolo Pérez, a enseñarle su suelta. A Pepillo Fragonetas poco hubo que enseñarle de Choza, dudo que exista un rodal de la zona que no haya trasteado alguna vez con sus valientes.

José Ignacio, Prosineski y Pepillo. ¿Qué estarían tramando los tres?

Inmaculada, madre de Grego y Faillo, fue la encarga de dirigir el rezo. Al finalizar, los postores fueron leyendo en voz alta sus armadas. Cristóbal y yo iríamos al cierre con Bajondillo (Vadohondillo), justo por debajo del cortijo y cubriendo una de las huidas de la mancha. Grego fue nuestro postor, quién mejor que él para alertarnos de las vereas de la postura.

Momento del rezo en Choza Redonda.

El puesto, en un cruce de caminos, era bastante cerrado pero bonito y emocionante. El tiro debía ser al salto del carril, con la tensión que conlleva. Las vistas una maravilla. Por bajo, imponente con tanta agua acumulada, el pantano de San Rafael de Navallana y tras él los cerros de El Cotillo, Nava del Moro y Las Morras. El campo estaba precioso, el día encapotado, unas pequeñas gotas refrescando la mañana y las distintas tonalidades de verdes coloreaban un paisaje de pintura.

Preciosas las vistas desde el número 2 de Bajondillo.

La suelta no se hizo esperar, al poco rato sentimos las voces de Pepillo Fragonetas y de José Ignacio, que por un día cambio el rifle y el catre para acompañar a Pepillo en su faena. Gran aficionado y mejor amigo José Ignacio. Manolo hijo, como en otras muchas ocasiones, rompió monte con sus perros junto al bueno de Prosineski. Otro gran tío Manolo.

Solitario, magnífico atravesao ligero de la rehala de Manolo Pérez.

Cada rehala llevaría una mano distinta, siendo la de Diego García Courtoy la encargada de empujar los marranos hacia nuestro cierre pero, según me comento Grego, no llegarían a dar cara a nuestra armada. Se darían la vuelta antes. Lástima, me quedé con las ganas de ver trabajar a los podencos y cruzaos de collar negro y collarín de la cencerra amarillo.

Rambo, fuerte y valiente este atravesao de la rehala de Diego García Courtoy.

Una ladra nos puso en alerta, venia de cabeza hacia nosotros. Los latidos secos del valiente se nos metían encima y con más oído que intuición sentimos la corrida del marrano. Cristóbal, atento lo esperaba por donde creímos podía saltar, pero fue a pasar unos metros más abajo, justo por donde volcaba el morretón que dominábamos. Por un momento pensamos que se iba, pero el disparo seco del puesto vecino y el gruñir de los perros delataron el acertado desenlace del lance. Poca cosa más, únicamente una cierva con su chota que corrieron hacia los espeso de Bajondillo (Vadohondillo).

Podencos y cruzaos constituyen la rehala de Diego Garcia Courtoy.

Tiros se sintieron, no como otros años, pero es que no se podía comparar este manchón con la montería habitual. Al final media docena de marranos en la casa y alguno más que se falló. Pronto estábamos todos en el cortijo. Pepillo y Prosineski no tardaron en recoger y por una vez llegaron a la par que los demás. Precisamente junto a ambos nos sentamos unos cuantos aficionados al mundo de la rehala, disfrutando de lo lindo mientras escuchamos sus anécdotas y demás historietas montunas. Vaya dos personajes.

Con un sonriente José Ignacio contento por el buen día monteando junto a Pepillo.

La comida estuvo sensacional, un tapeo magnifico y después una mesa con ensaladas, pechugas en escabeche y un cocido tremendo. De postre un buffet de tartas de los que nunca gusta dejarse una sin probar, yo no lo hice. Había que elegir entre el calor de la chimenea o las maravillosas vistas desde la piscina, difícil elección. En un lugar o en otro fuimos haciendo corrillos de aficionados y amigos, charlando y disfrutando de un lugar único como lo es Choza Redonda.

Guti, José Ignacio y Manolo charlando con el pantano de Navallana de fondo.

La cosa se alargó, y es que no podía ser de otra manera. Grego y Faillo, guitarra en mano, animaron al personal. Entre cantes y bailes se prolongó el día hasta después de media noche. Los locos del campo y los perros preferimos seguir a lo nuestro. El rato que echamos José Ignacio, Manolo y yo en el porche de Choza fue de los que gustan: rehalas, perreros, encastes,...En fin, lo que nos apasiona.

Mero, Manuel, Faillo, José María y Borjita. Buenos y jóvenes aficionados.

Nos costó salir de allí, como de costumbre se estaba demasiado a gusto. La hospitalidad y cariño de Inmaculada, la maestría gitana de Faillo con la guitarra y las ocurrencias musicales de Gregorio, provocaron que el día del manchón en Choza Redonda fuera, de nuevo, inolvidable. Gracias amigos.

Foto para el recuerdo en Choza Redonda.

viernes, 12 de marzo de 2010

El Cari, un maquina

Se lo comenté a Alvarito Barba a primeros de temporada. Tenía pensado echar un día con sus perros, los que fueron de Juan Beigbeder, Jubel (q.e.p.d.). Ahora propiedad de su padre, Calixto, y Rafa Muñoz. Me apetecía entrar monteando junto a un gran perrero, Juani, y disfrutar viéndolos trabajar entre jaras y lentiscos, en alguna de nuestras manchas cordobesas. Ciertamente me atraía un día con ellos, porque esta rehala anda mucho.

Pero no ha podido ser, la 2009/10 no ha dado más de sí. Es esta una de las muchas rehalas con las que acabada la temporada me quedo, otro año más, con ganas de acompañar y así poder ver trabajar y admirar su buen hacer en la sierra. ¡Cuántas asignaturas pendientes para el próximo curso venatorio!

Rehala de Calixto Barba y Rafa Muñoz, divisa azul y collarín de la cencerra amarillo.

Un amigo y magnifico fotógrafo, Alfonso Roldán, tuvo la suerte de acompañar a Juani este año en Las Erillas. Colaborador de la revista Cazadores y crack de la fotografía, a Alfonso no le importa armarse de valor más de un día y con su equipo a la espalda tronchar monte junto a perros y perreros en busca de una imagen espectacular. Buen tipo, Alfonso.

Las cadenas de casualidades son así, y me explico. Un buen día, charlando con Alvarito Barba de como tenía el fin de semana de monterías, le volví a comentar lo de entrar con Juani. Me animó e insistió en que debía estar muy atento a un perro llamado El Cari. Según me comentaba orgulloso, era capaz de echar una pepa al suelo, pues fuerte y ágil se lanzaba directo al pescuezo. Eso no me lo podía perder, pensé.

En Los Cabezos tuve la oportunidad de disfrutar viendo montear a los de Calixto Barba y Rafa Muñoz.

En Los Cabezos, casi finiquitando la temporada, Calixto me habló de una fotografía. La calificaba de única, como así lo es. En ella, uno de sus perros, inconfundible por su divisa azul con collarín de la cencerra amarilla, en un tremendo escorzo se lanza mordiendo el brazuelo de una chota que en su huida salta elevándose tres metros. En fin, maravillosa y complicadísima de captar. Qué fino estuvo Alfonso en Las Erillas, mancha donde la tomó.

Al poco y por medio de esas ondas del "radio macuto" que tiene el monte, y por la que todo se sabe, llega a mí la triste y lamentable noticia de que a Calixto Barba y a Rafa Muñoz le han asesinado un perro monteando. Que aun sigan pasando estas cosas, me parece increíble. Desgraciadamente son varios los valientes que nos han dejado durante la temporada de ésta denunciable forma.

Al tiempo, e intentando hacerme con tan preciada imagen, me entero que el protagonista de la foto, un valiente blanco como una patena, había sido el protagonista de tan terrible desgracia. Un disparo asesino, que no montero, se había llevado a El Cari. Lamentablemente un negro final para el, que como sus compañeros en perreras y sueltas, nos levantan, persiguen y laten marranos y venaos para nuestro disfrute desde las posturas.

El Cari no podrá hacer más de las suyas. Impresionante la imagen tomada por Alfonso Roldán.