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UNA REHALA

UNA REHALA

No hay verdadera montería sin perros. Cuando se montea de verdad, es decir, con todos los elementos que el caso requiere, y entre ellos, y en lugar preeminente, varias rehalas punteras, éstas lo van diciendo todo. Lo van diciendo todo al que sabe escuchar, que no es fácil. Si sabe escuchar, aunque le haya tocado un puesto en que, por mala suerte, no haya tenido vista sobre el terreno, se habrá podido dar perfecta cuenta -siempre y cuando los perros sean de calidad- de todo cuanto ha sucedido en el día. Desde la hora en que se soltó hasta en la que se terminó la batida: de si ha habido interés o no, de si se ha tirado bien o mal, de si la caza ha corrido en dirección que convenía, de si se ha vuelto o de si no ha salido. En fin, de todo se habrá enterado y bien poco será lo que le puedan contar los que han tenido la suerte de presenciar el conjunto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

EL PERRO DE REHALA

EL PERRO DE REHALA

El buen perro de rehala, sea cualquiera su clase, desde el puro podenco envelado y peliduro al de padres desconocidos y tipo inverosímil -que los dos pueden ser de punta-, requiere, entre otras, las siguientes características principales: fuerza, coraje, perseverancia, vientos y dicha. A cuál de ellas mas importantes, y si no las reúne es un perro incompleto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

lunes, 28 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO 2010

Desde aqui os deseo una Feliz Navidad y que el año 2010 venga cargado de momentos inolvidables en la sierra. Disfrutad de vuestra gente estos dias y agradeced a la Virgen de la Cabeza este agua que tanta falta hacía en nuestra sierra.

martes, 22 de diciembre de 2009

Navallanas (Córdoba)

El despertar fue duro, el día de antes nos habíamos juntado los compañeros de agrónomos para comer, como todas las navidades. Aquello se complico más de la cuenta y acabamos tarde, como no podía ser de otra forma. Quede en recoger a Alfonso en la puerta de su casa a las siete y media, tomaríamos café en La Lancha y carretera hacia Villafranca donde ya se coge el camino que nos lleva al lugar de la junta.

Las migas y el candelón a la vera de un olivar nos ayudaron a ir espabilando el cuerpo, si yo había dormido poco, Alfonso casi no le había dado tiempo a coger la postura en la cama. A él se le complico mucho mas que a mi la cosa y únicamente echo una cabezadilla. Llegamos de los primeros pero poco a poco fueron llegando los invitados, entre ellos dos hermanos, Fernando y Mariano, buenos aficionados que amablemente nos ofrecieron un chupito de oloroso que estaba sensacional, después de las migas y el chupito nos quedamos nuevos.


Momento del rezo en Navallanas.

Esta vez la presión se la cedí a mi compañero, el nº 4 del Tejón, sacó Alfonso. Por lo que le dijeron era bueno, pero claro al momento le dijeron lo mismo a los tres o cuatro que sortearon a continuación. Ná, lo de siempre, uno se podía fiar poco. El postor se dejo media armada atrás y un poco más y no se da cuenta hasta que saca el rifle en su postura. Desde luego con lo fácil que es ser postor y que haya gente que no sirva para ello tiene mandanga, en fin, que tardamos en ponernos. Tanto tardamos que cuando íbamos camino de nuestro puesto ya se sentían las carreras de los perros que habían soltado en el Cerro del Gomero, vamos un desastre, más cuando se suponía que nuestra armada era un cierre de los primeros en ponerse.

Fernando, compañero de armada, camino de su postura.

Nuestro puesto en la margen de una de las colas del pantano de San Rafael de Navallanas. El Cerro del Gomero a nuestra izquierda y el pantano a nuestra derecha. La cola del pantano separaba dos manchas espesas de monte y nuestra ilusión era que algún marranete se cambiara de mancha en su huida de las rehalas. Entre las rehalas estuvieron la de Rafael Espejo, que nos monteo frente a nuestra postura. Sus podencos y cruzaos, con divisa a franjas blancas y verdes y collarín de las cencerras rojo, trastearon bien aquel montarral animados por el Orejas, pero había poca chicha y no hubo suerte, nada rompió por nuestra postura.

Alfonso, atento observando el trabajo de los perros.

A nuestra vera Fernando no se pudo resistir y encendió una candela, y es que allí en las proximidades del agua el frío calaba hasta los huesos. Alfonso y yo veíamos con envidia el humo desde nuestro puesto. En nuestra armada el más afortunado fue el postor, un clásico, cobrando dos marranos. Los perros de Mohedano levantaron un buen marrano, que se coló entre dos posturas, desde luego por algo llegan a viejos los navajeros. Poco más que resaltar pues fue lo único que se cobró, un par de marranos y ninguno que mereciera la pena.

Pronto saciamos el apetito con un potaje que recuperaba a un muerto y es que aquellos trompitos tan calientes nos supieron a gloria. No tardamos en despedirnos del personal y temprano estábamos de vuelta en Córdoba pensando en el buen día que habíamos echao en la sierra, que es donde se matan los guarros grandes, y no desde el sofá de casa.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Nava Obejo (Espiel, Córdoba)

Nos costo salir de la Aljabara, se estaba demasiado a gusto como para irse, pero nos esperaban para cenar en Nava Obejo. Cogimos camino de Espiel, parte por la carretera que une Posadas con Villaviciosa de Córdoba, otros llegamos hasta Córdoba para tomar por la N-432 y así evitarnos tanta curva. El caso es que arribamos a la par, unos y otros.

Allí nos esperaban la avanzadilla, que sentados en el brasero echaban al buche la primera cervecita. Tras saludar, descargar los coches y arrimarnos una "miaja" a la candela, comentamos como había ido la cosa en la Aljabara, además de ponernos al día unos y otros. Los previos, que se le suelen llamar, tan importantes en esto de la caza y que forman parte primordial de este veneno.

Al día siguiente se echaba Nava Obejo, allá por donde uno tiene que elegir si tirar para Alcaracejos o para Badajoz. El coto lo componen varias fincas, al pasar con el coche no pasa desapercibido, un cerro tremendo de coscoja que imponente se observa a mano izquierda. ¿Cuantas veces abre comentado con mi amigo Álvaro, camino de su casa en Villanueva del Rey, lo duro de aquella mancha? Cienes y cienes, que diría el bueno de Capi.

Luís convocó a un grupo de aficionados de verdad. Con muchos tiros pegaos y con la ilusión de un novel. Todos con el deseo de poner patas arriba un marranaco como el de Martín de hace unos años, a sabiendas que eso era cosa complicada.

La plantilla: Álvaro, Luis, Álvaro, Martín, Simón, Antonio, Rorry, Alfonso, José Ignacio, Luis, Joaquín y Nono.

La mesa camilla, junto a la chimenea nos fue reuniendo en torno a ella. Allí se habló de montería, de rifles, de calibres, de visores, de safaris, de recechos, de aguardos, de fincas, de perros, en fin de lo que nos gusta. Mientras, Luís padre se daba sus paseitos a la cocina (que pillaba muy a mano) y nos iba cuidando el estomago. ¡Como nos pusimos! Ni que decir que aquello se alargo más de la cuenta, pero es que la junta nos pillaba muy a mano y es que allí se estaba "mu" a gusto, joé.

Martín y Alfonso le dieron un repaso a los calibres del mercado.

La mañana se presento fría y con una niebla de dos pares. José Ignacio se empeñó en que aun estando en la misma finca no llegásemos los primeros a la reunión, si nos descuidamos aun esta buscando su chamarra. Las migas con chorizo fueron ayudando a espabilar al personal. La niebla, densa, no permitía que las armadas fueran saliendo, así que tocó esperar junto a la candela.

Alfonso, Luis, Joaquín, Álvaro, Álvaro, Martín, José Ignacio y Nono antes de sortear.

El responsable de meter la manita fui yo (un día me la corto), iba con Nono al puesto, por cierto: peazo de aficionao. El 4 de la armada de "Carriles", la cara del personal al preguntar era menuda. En fin, no había estado yo muy fino pero desde luego con esto de los marranos nunca se sabe y en el sitio menos pensado te lo pasas como los indios. El puesto no era feo, un morrete sucio muy cerrado de monte en el que había uno o dos clarillos donde poder tirar. Había que estar atento y rápido. A nuestra izquierda imponente el cerro "Estrella" cubierto por la niebla, impresionante.

Desde el 4 de los Carriles, imponente el cerro Estrella.

Lejos sentimos los primeros tiros chorreaos, que nos hicieron pensar que había algún marranete allí metió. Parece mentira, con lo cerca que trabaja la gente de las minas a diario. Las primeras ladras no tardaron en sentirse, alguna hasta se nos metió encima pero no conseguimos clarear lo que iba delante de los canes. Con la llegada a nuestro puesto de las rehalas se levanto un venao que cantaron los perreros, no llegamos a verlo. Remataron los perros frente a nuestra postura y volvieron hacia la suelta. Hablar de las rehalas que pasaron por mi postura es ganas de cabrearse, pero es que es de vergüenza, perros de chichinabo que no se separan de los zahones del perrero ni diez metros, y como se separen ya están pegándole una voz. Vaya que se pierdan y haya que esperarlos, en fin, que os voy a contar que no sepáis. Luego me dirán que siempre hablo de las mismas y esas cosas, pero es que como tenga que decir nombres, apellidos y divisa (que las sé perfectamente) de las que pasaron delante de mí...callaito estoy más guapo. Hizo bien Luís en no sacar sus perros a montear, que todo lo malo se pega y bastante bien están andando sus perros.

Desde mi postura poco pudimos disfrutar del trabajo de los perros.

Ya en el caserón, cada uno contó su puesto. En general nos divertimos todos: alguna ladra, algún trasluzón, un tropel o un buen vinillo, si es que esto de la montería nos gusta mucho. El del trasluzón fue Alfonso, raro en él no puedo soltarle un trallazo, y eso que es de los que esta en lo que hay que estar cuando se tiene el rifle en las manos. Nos calentamos con unos callos que estaban tremendos y con el potaje acabamos de recuperarnos del airecito serrano que no amaino en toda la jornada.

Se presentaron una docena de marranos, un buen navajero y el resto "gente menuda". El macho, por supuesto, con su correspondiente discusión, un clásico. Domingo, el día se cerraba y la pelua iba dejándose notar. Nos despedimos y tras recoger trastos en el cortijo de Nava Obejo, merendola en el surtidor Villaharta y pa´casa.

Rorry, José Ignacio, Álvaro, Luis, Álvaro y Alfonso en Nava Obejo.

El fin de semana divertidísimo, sin suerte pero ya llegaran días mejores. Estoy seguro que pocos cambiamos un enreo como el que organizaron los Luises, padre e hijo, en su casa de Nava Obejo. Montear es mucho más que llegar al puesto y soltar tiros, y echando días como este, uno aviva su pasión por el campo y la montería. Gracias compañero.

lunes, 14 de diciembre de 2009

La Aljabara de Spínola (Hornachuelos, Córdoba)


Otra de las fechas que se marcan en el calendario desde que te avisan. Después del sabor agridulce con el que nos volvimos a casa el año pasado había que repetir, y quitarse ese gustillo. Se llevaba comentando la bonanza de la mancha desde la época de estío, reses había a montones, repartidas por toda la finca y últimamente hasta se estaban pasando de Los Rayos. Los marranos, la incógnita de todos los años, pero se veía echio y si algo asegura esta finca todos los años es tres o cuatro de categoría.

He escrito bastante de esta finca, le tengo un cariño especial, tanto a la finca en si como a sus propietarios, con los que me une una gran amistad. Han sido ya varias las reseñas que he escrito sobre esta montería en la revista Cazadores, pues son ya cuatro años los que he tenido la suerte de montearla. Dos años con el cura Ventura y Juani, y estos dos últimos con Monteros del Sur.


Muy buenos aficionados se dieron cita en la Aljabara de Spínola.

La junta, donde de costumbre. Mira que tiene miga el sitio donde se hace la junta, pues al final entran los coches de los ciento y pico puestos que se montan cada año, increíble pero cierto. Mucha gente conocida del ambiente montero cordobés y algún foráneo que le ha cogido cariño desde que la monteaba con los malagueños y continua fiel a la cita. Es que es una montería que engancha, tiene mucho sabor.


José Ignacio, Álvaro, Alvarito, Martín y Manolo antes de salir a sus puestos.

Tras un sentido rezo y una emotiva salve a la Virgen de la Cabeza se dio paso al sorteo. Juan de Dios fue el encargado de ir llamando a los monteros que fueron desfilando por la mesa en busca de la bolita. Mientras la gente seguía saludando, y es que allí nos juntamos muchísima gente. La salida de las armadas ordenada y veloz.

Guapas monteras en la junta de la Aljabara.

La niebla parecía que no iba a levantar nunca, estaba espesa aunque el sol pretendía hacer acto de presencia y ya se sabe que cuando quiere lo consigue, como así fue. Hasta cerca de las doce y cuarto pude contemplar el buen puesto que nos había tocado, ya nos lo había comentado José Antonio cuando salíamos camino de la mancha. Amablemente, como siempre que vamos juntos, Rafael me dijo que me prepara que iba a tirar yo primero, que de todas las veces que habíamos ido juntos aun no me había estrenado y le hacia mucha ilusión.

Cuando levantó la niebla pudimos ver nuestro tiradero.

El puesto un testero larguillo, en umbría, con un encinar espeso que dificultaba la visión pero por el que se denotaban bastantes vereas. A nuestra espalda el carril y tras él un cerrete muy cerrado de monte donde desde primera hora pudimos observar reses. Impacientes esperamos las primeras ladras que movieron las reses hasta nuestra postura. Fueron ciervas con sus chotas y algún vareto. A nuestra derecha sentimos los primeros tiros, al momento un venao a nuestra espalda, parece que va dado, se lo comunico a mi compañero que me anima a que lo remate. Tras sopesar un segundo le dejo a el pues estaba demasiado lejos y se que me iba a costar sangre sudor y lágrimas echarlo abajo. Apoyado en su vara y después de meterle aumentos al canuto, Rafael lo remata de un tiro sensacional, medido por el telémetro 227 metros, casi ná.

Por la derecha sentimos a Perico, perrero de la rehala propiedad de Antonio Ángel Marín (divisa azul y collarín azul). Él iba a ser el encargado de darle a la umbría frente a nuestra postura. Sus podencos blancos como la leche, movieron muchas reses, pero nada, ciervas, chotas y varetos. Que bien ha andado esta rehala siempre, y en la Aljabara no fue menos. Las continuas ladras nos tenían en tensión pero falsas alarmas, mucha hembra con sus crías. Únicamente faltaba que le dieran al cerrete de nuestra espalda, era nuestra única esperanza.

Cuando entraron los perros en aquel montarral se lió la "marimorena", ladras y tropeles en todas las direcciones, para variar, ciervas. El puesto de al lado si tiro, y tanto que tiro, seis reses cobró. Incluido una marrana que le cantaron los perreros en el último achuchón al cerrete. En el ultimo momento levantan un venao, que se había quedado encamao, de nuevo en el mismo sitio donde había caído el del remate. Rafael apoyado lo tira y lo hace un taco, otros doscientos y pico metros, mucha tela pa´mi.

Ya de vuelta pasan por el cerrete también las rehalas de Borland (divisa azul con franja negra y collarín amarillo) y la de Ricardo Torres y Fernando López (divisa naranja y verde) que levantan más ciervas. Recogemos y nos acercamos a marcar los dos venaos, comprobando que el primero venia dando sangre. Se lo hacemos saber al vecino y cogemos camino del cortijo.


Joaquín Borland en la mano alta y Pepe "El Indio" por la baja en el cerrete de nuestra espalda.

Poco a poco va llegando la gente, los hubo con suerte, cobrando varios mas de cinco reses, muchos de uno o dos venaos y pocos muy pocos que se volvieran bolos. Se escuchaban los primeros cálculos y todos hablaban de más de cien reses, marranos al menos dos muy buenos y en general caras de satisfacción.

Las rehalas en líneas generales sensacionales, así me lo hicieron saber muchos amigos que algo saben de esto. Se agradece que se traigan buenas rehalas a la Aljabara, es una mancha que las necesita y que luce muchísimo cuando se montea con rehalas de categoría. En este sentido no se le puede reprochar nada a la propiedad y la orgánica pues ambas se encargan de avisarlas.

El dueño de rehala cordobés, Diego Gª Courtoy, cobró este buen navajero.

Tras llenar el buche en el patio del cortijo pasamos a ver las reses a la nave contigua. Por cierto, que lastima que luzcan tan poco en el interior de la citada nave. En ella ciento y pico venaos y casi cuarenta marranos, dos de ellos impresionantes. El de los hermanos Glez de Canales y el del dueño de rehala Juan Corral, que pena que no pudiéramos abrirle la boca a este ultimo, pues era primo-hermano del otro. El pobre de Juan, se quedo buscando perros en la suelta, y no pudo presumir de trofeo.

Los hermanos Glez de Canales contentos con su berraco del Retablo.

En la Aljabara de Spínola se volvió a dar un monterión, sobrepasándose sobradamente las cien reses, cosa nada fácil hoy día y más tratándose de finca abierta. Enhorabuena a la familia Spínola y a la peña Monteros del Sur.

La propiedad de la Aljabara de Spínola posó junto a uno de los mejores marranos de la montería.

El Álamo II (Villaviciosa, Córdoba)

Segundo día en El Álamo, tocaba la segunda mancha, El Búfalo. El desayuno, ya dentro de la finca, junto a una vieja zahúrda, nos hizo entrar el calor a más de uno que llegamos con el frío metido en el cuerpo. La niebla abundante imposibilitaba una correcta visión provocando que tras el sorteo se ralentizara la salida de las armadas, confiando en que cuando calentara el sol la niebla levantara, como así fue.

José Ignacio tuvo buena mano en el sorteo.

Prácticamente las mismas caras que el día anterior, faltando algún montero que con intención de aprovechar el puente en otros menesteres únicamente asistió el día anterior. De nuevo mucha gente joven que con gran ilusión afrontaban este segundo día de montería. La mancha estaba tocada por los marranos y confiamos en poder poner patas arriba alguno de buen porte. En cuanto al cupo, casi nadie lo había completado el día anterior esperando un buen trofeo, es más, la mayoría se habían dejado parte importante del mismo, por lo que seria necesario que se emplearan afinando sus "apuntaeras" para rematar el fin de semana.

Rorry, Alfonso, Martín, Ignacio, Joaquín, Diego y Luis antes de salir hacia los puestos.

Mi armada la componíamos mi amigo Joaquín y yo, entre los dos teníamos tarea de tapar la salida por dos portillos de la malla, en las faldas del punto alto de la zona, el pico El Álamo, de más de 700 metros de altura. Cuando íbamos camino hacia los portillos hicimos un pequeño sorteo para ver quien se quedaba en el primero y quien en el segundo. Fui a parar al primero, el más bajo y viendo un laderón de monte cerradísimo, mucho lentisco y coscoja, a la par de apretadas jaras que hacían del puesto una preciosidad, eso si, para ver un marrano corriendo en ese montarral había que estar muy fino de vista. El puesto de Joaquín a mi izquierda, unos 100 metros arriba, también pegado a la malla y en una ligera vaguada que imposibilitaba cualquier peligro.

Mi puesto, bonito y muy cochinero.

Tras localizar correctamente la situación de mi compañero de armada cargue el rifle, al instante varias reses encamadas en el laderón se levantaron de sus encames, al menos había cinco venaos, alguno de buen porte. Rápido cogieron la verea que los sacaba de aquella hoyita. Mi corazón a mil, y es que había ocasiones que las sentía y hasta que no daban cara en el testero de los chaparros de mi derecha o saltaban al cortafuegos que seguía paralelo a la tela no identificaba de que se trataba, aquello estaba cerradísimo.

La suelta no se hizo esperar. Nos soltaron a la derecha, en la casilla del guarda. La rehala de Pedro Armenta (divisa amarilla) seria la encargada de mover los bichos del manchón que divisamos Joaquín y yo. En los primeros pasos, las rehalas de Martín Sánchez-Ramade (divisa verde clara) y Rafael Borland (divisa azul con franja negra y collarín amarillo) también asomaron por nuestra hoya para volcar al momento. Las corridas de las reses seguidas por los canes provocaron un espectáculo bellísimo, todo ello animado por las voces de Joaquín Borland, Gitanillo y Pedro Armenta, perreros de las rehalas antes citadas.

Atravesao de Pedro Armenta (divisa amarilla) al paso por mi postura.

No dio tiempo ni parar sentarme un instante durante toda la montería en el catrecillo, las ladras eran continuas. Los cruzaos de Armenta están yendo muy bien esta temporada y en mi puesto en El Álamo disfrute viéndolos trabajar. Su mano fue durísima, muy difícil de andar y con mucho monte, pero con coraje y afición fueron capaces, perros y perrero, de mover muchos bichos. Una vez coronada su mano en los peñascos de mi izquierda, vuelta hacia la suelta, ahora más pegados a la tela y por lo tanto con más esperanza de que movieran algún marrano y lo pudiéramos tirar o Joaquín o yo. El bueno de Benavente iba de guía, y fue el quien canto un cochino que se escurría en nuestra dirección, fuerte animaba a los perros y nos indicaba la corrida del animal. No tarde en escuchar dos tiros de Joaquín, seguidamente el agarre. Por lo que comentaba Pedro desde un alto había caído. Me alegre por Joaquín, se que lo disfruta como el que más.

Atravesao de Armenta dando cara en mi postura. Estuvieron sensacionales.

Seguía discurriendo la mañana, los atravesaos de Armenta estaban inconmensurables y me estaban haciendo disfrutar como un enano. Dejándome los ojos en los pequeños huecos entre tanto monte me encontraba cuando de nuevo siento a Joaquín tirar. Estaba vez un primalón que se intentaba salirse por la malla y finalmente se salio con la suya sin poder acertar mi compañero.

Benavente, parado en una trocha que iba perpendicular a la linde da la orden a Pedro de que comience la vuelta hacia la suelta. No pasaron ni cinco minutos cuando de sus pies se levanta un berraco, tras el una doga que lo late. Las voces de Benavente me ponen a mil revoluciones. La ladra se pierde y el cochino no da cara, dejando hacer a los perros vuelven a dar con el pero astuto como buen solitario no da posibilidad ni a Joaquín ni a mi y escapa por la espesura. Que listos son los joios.

Al paso por mi postura se acerca Pedro a echar un pitillo y cambiar opiniones, se le nota cansado y echa un trago de agua. Le comento lo bien que estoy viendo trabajar a sus perros, así como lo mucho que estoy disfrutando, sonriente me anima, confía en que se vuelva algún cochino cuando continué su mano. Y así fue, y que cochino, un marrano como un tren se descolgó con pocos perros detrás cuando Pedro ya estaba llamando desde el camión. Se había escapado de los puestos de la volcá que lo habían errado. Lo pude clarear un segundo pero llevaba los perros alrededor y me fue imposible tirarlo, luego se aculó en un lentisco y repartió estopa a los tres perros que le echaron narices. Lastima que no estuvieran los canes más frescos, sino estoy seguro que le hubieran dado más guerra y quizás hubiera podido tirarlo. Los gemidos de los perros al sentir la rasca del marrano delataban que tenia que ser un buen elemento. Los latidos se fueron diluyendo y los perros volvieron camino de la suelta, que pena pues era un bichaco.

Pedro Armenta con sus cruzaos al paso por mi postura.

Aguante aun un buen rato, por si una vez tranquilo se meneaba zorreao, pero nada nunca mas supe del cochino. Recogí y fui en busca de Joaquín, teníamos trabajo para sacar el marrano de allí, marrana concretamente y negra como el hollín. Su cara lo decía todo, rebozaba alegría y me relato el lance con pelos y señales, una y otra vez ¡que buen tío esta hecho! Por el camino nos paramos un momento en la suelta donde saludamos a los demás perreros que estaban reponiendo fuerzas.

Junto a un sonriente Joaquín y su cochina de El Álamo.

Ya en el cortijo, el personal estaba casi con los postres. Rápido comimos algo y bajamos a ver las reses. Muchos habían completado su cupo y había algún venado bonito. En total más de setenta reses, como de costumbre El Álamo cumplió y las caras lo denotaban. Momento para las fotos de recuerdo y despedirse, el fin de semana había sido intenso y el cuerpo va notando la dureza de la temporada.

Martín y José Ignacio disfrutaron en su puesto de El Álamo.

Agradecer, a la propiedad y a la peña que organizó esta montería, el trato y el cariño con que me han tratado y darles mi enhorabuena por el resultado así como por el magnifico ambiente que se ha respirado durante el fin de semana en El Álamo.

Plantel de reses del segundo día en El Álamo.

viernes, 11 de diciembre de 2009

El Álamo I (Villaviciosa, Córdoba)

No había tenido la oportunidad de montear antes en esta finca cordobesa próxima a El Vacar, eso si, me habían hablado de ella una barbaridad. Muchos amigos la montean año tras año y es raro que no se les de bien. Se echaron dos manchas, sábado y domingo, pocos puestos y con cupo corrido para los dos días: cuatro venaos y un gamo.

Dani, Gitanillo, Iñigo y Luis antes de sacar las primeras armadas.

El primer día monteamos la mancha que pega con Campo Alto, quebrada y con zonas de pinar y encinares. La junta pegando con la antigua carretera, antes de llegar al polvorín del Vacar. Después de unas rebanadas de pan frito y un chocolate caliente, el sorteo y el rezo. A las primeras armadas se les dio tiempo pues debían cerrar la mancha, cosa que nos permitió a los que salíamos de los últimos poder echar un buen rato con la gente del perro, que suelen dar cara en los desayunos cuando uno esta sacando los trastos de matar en su postura.

Buen ambiente se respiro el primer día en El Álamo.

Los que íbamos a marranos saldríamos de los últimos, con el consiguiente nerviosismo que produce este hecho y mas teniendo en cuenta que muchos éramos jóvenes y buenos aficionados. Recalcar este detalle que tanto ayuda a nuestra montería, que gran idea la de rellenar huecos en portillos, vereas, agujeros y demás con puestos de cochinos para gente joven llena de afición. Con ideas como esta se refuerza la montería, llenándola de ilusión y sabía nueva. Enhorabuena al Flores por tan brillante idea.

Dos personajes de nuestra sierra. Rafael Ruíz y Rafael Borland.

Mi puesto en una ligera vaguada próxima a la tela de Campo Alto, con jarillas y jaguarzos, que me hizo pensar que podría escurrirse por allí algún marranete buscando alguna gatera de la malla, situada a mi derecha. Aun así tenia mejor pinta para cervuno, como así fue, viendo correr bastantes reses por mi tiradero, incluso antes de soltar.

Me soltaron justo delante las rehalas de: Madueño (divisa verde con franja blanca) y del Chaleco (divisa a franjas blancas y rojas), este ultimo me animo al pasar, diciéndome que me echaría un marrano, y lo echaron, pero corrió hacia el puesto anterior al mío donde Luís lo apiolo, tratándose de un magnifico cochino. Por la espalda me entraron los perros de Espejo (divisa a franjas verdes y blancas con collarín de la cencerra rojo) y de Pedro Armenta (divisa amarilla), que remataban a la altura de mi postura, dando media vuelta y tomando camino de su suelta. Ya solo me quedaba la esperanza de que Madueño y Chaleco, al volver levantaran algún cochinete pero no hubo fortuna.

"El Orejas", rehala de Espejo, llamando para volver pa´tras delante de mi postura.

Ya en el cortijo tiempo de contar cada uno su día tomando una cerveza. Poco a poco iba llegando el personal denotándose que con el cupo corrido la gente se había "cortao" al tratarse del primer día. Un guiso de trompitos y caminito a la junta de carnes donde el eficiente trabajo de los arrieros permitió disfrutar del plantel completo aun con la luz del sol, cosa que es de agradecer y a los que nos gusta hacer fotillos nos facilita la labor. Más de cincuenta reses entre venaos, gamos y cochinos, no esta nada mal.

Lourdes contenta, con su cochino de El Alamo.

Dejando hacer a los carniceros volvimos al cortijo donde pegados a la chimenea nos tomamos unos dulces rodeados de buenos aficionados y prometedores monteros jóvenes. No era cuestión de alargar mucho que al día siguiente había que darle el segundo golpe, pero ciertamente costaba salir de tan buen ambiente.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

La Candelera Baja (Obejo, Córdoba)

Por la carretera del Muriano fuimos juntándonos, íbamos hacía La Candelera. Primera parada en el surtidor del Vacar, segunda, en El Cruce de Villarta. Tras abrazos, saludos y chascarrillos, carretera y manta camino de La Candelera, el día se estaba poniendo negro y no era cuestión de quedarse atrás entre tanta curva.

Con unas migas "aliñadas" con su respectivo huevo frito y un chupito de aguardiente fuimos entrando en calor, además, metalizándonos del día agua que nos esperaba. Las miradas se fijaban en los cerros imponentes que componen la mancha de La Candelera, aunque la niebla impedía diferenciar los coronos de muchos de estos cerros. Monteaba por primera vez esta finca que se salvó de milagro de las llamas años atrás. Me habían hablado de su dureza, de sus barrancos, de su cerrado monte de cabeza, de sus cerros pero hasta que no la pude contemplar no me percate de lo bonita que es la finca: me encanto, la verdad sea dicha.


Junta en La Candelera Baja.

Monteros del Sur, como le caracteriza contó con muchas de las rehalas importantes de la provincia, en su mayoría de la Asociación de Rehalas de Córdoba. Gente comprometida, aficionada y muy competente. Da gusto cuando el grueso de este grupo de amigos se junta, se respira compañerismo y pasión por este mundo. Me encantaría enumerarlas pero fueron tantas que estoy seguro que alguna me dejaría atrás. Desde aquí les trasmito la enhorabuena, no por mi, sino por todos los monteros que allí estuvimos, pues su labor fue inmejorable y la sensación de los monteros fue esa.

Foreros de la revista Cazadores presentes en La Candelera.

El puesto en el cierre con el Campo de Tiro, junto a Nando, magnifico aficionado y buen amigo. Prácticamente con la espalda echá en la tela. Vista, toda la del mundo, tiradero, lo que se dice tiradero, poco, pero como comentamos al llegar: vamos a disfrutar viendo montear. Y así fue, nos soltaron a nuestra izquierda. Los barrancos que divisamos frente a nuestra postura los montearon de manera magistral y con dos "guevos" las rehalas de Antonio Salado, Jesús Bernier, Juan Fdez de Mesa, Antonio Cabrera y Rafael Borland. El resto de rehalas estuvieron a la misma altura, sensacionales en sus manos, muy largas y bastante duras.

Podenco berrendo de Velasco (divisa roja y collarín de la cencerra rojo).

La suelta la sentimos cerca, justo desde donde pusimos pie a tierra para tomar camino de las posturas. Durante un buen rato las carreras y ladras se sucedieron, los perros tenían ganas de montear y las condiciones del campo iban a ayudar. Desde nuestra posición privilegiada pudimos ver como los puestos empezaban a tirar, las reses se movían acosadas por los valientes perros. Joaquín Borland y Berenguer, perreros de Rafael Borland y de Juan Fdez de Mesa, se dejaban la voz animando a los suyos en el duro barranco que teníamos al frente.

Camarón, figura de la rehala de Joaquín Vadillo (divisa a franjas rojas y grises y collarín verde).

La niebla, poco a poco se fue echando, prácticamente no veíamos mas allá de nuestro corto tiradero. Alguna cierva se nos metió encima malleando y un buen vareto se las ingenio para atravesar la tela. Empezaba a caer una débil lluvia que iba calando, la cosa se estaba poniendo fea. De repente, a nuestra izquierda sentimos dos tiros, era Javi. Ágiles salimos de nuestro letargo provocado por el agua y la niebla. Un venao precioso choca contra la malla y toma la verea que lo trae encima nuestra, lo íbamos a tirar a cascaporro. La imagen del venao, con la cuerna cerraita arriba, directo hacia nosotros se me ha quedao grabá. Lo aguanto y cuando pasa por delante lo tiro casi sin tiempo de apuntarlo. Va dado, con un tiro en los lomos que vemos perfectamente, el segundo tiro parece que no lo toca. Tronchando jaras y a todo meter choca contra la malla, se pierde de vista en el monte y a mi se me queda cara de limón. Nos asomamos pero no era el momento de buscarlo, ni a el ni la sangre. La carita con que nos miramos Nando y yo era digna de retrato, incrédulos nos consolamos pensando que debía estar muerto barranco abajo. La llamada de Javi no se hace esperar, el aseguraba haberle dado y de aparecer si además de mi tiro en los lomos, tenia otro, seria suyo pero antes de tantas historias habría que dar con el. La sonrisa que se le escapó a Nando cuando ví por donde tenía que ir en su busca al acabar delataba que el barranco se las traía.

Nando, atento en la linde del Campo de Tiro.

La lluvia iba a mas, del chispeo inicial se había pasado a un chaparrón de mil pares de narices. Lo peor el viento: fuerte y de cara. Aquello estaba cogiendo tintes épicos. El paraguas roto, el impermeable se había quedao atrás y chaquetón y gorro calaos. El frío cada vez se sentía más y como dos estatuas nos manteníamos tiesos mirando al frente, terrible. El tiempo pasaba lentísimo y en mi cabeza el venao, estaba deseando de ir a buscarlo, era de los más bonitos que había tirado en mi vida y por el día, el lugar, la compañía y el lance había que cobrarlo. Los perros se sentían de vuelta, alguno de Fdez de Mesa se entretenía en nuestro puesto y a mi me mosqueaba no sentir ninguno por donde quería imaginar que pudiera estar el venao, que comedura de tarro tenia yo encima.

Se acercó Javi a nuestro puesto, llegaba nervioso, había marrado otro venao y el mosqueo que traía encima era considerable. Recogimos, me eche el zurrón a la espalda y cogí barranco abajo. El resto de trastos, amablemente, se lo llevaron entre Nando y Javi para los coches. Deseándome suerte cogimos direcciones contrarias. Gracias a Dios había dejado de caer agua. Subí y baje por el barranco, mas cerca y mas alejado de la malla, seguí por las distintas vereas que encontraba a mi paso y nada, ni rastro del venao. Acabe en la suelta de la parte baja, allí los perreros de Peña, Navajas y Aguilera recogían sus perros. Poco a poco iban apareciendo perros pero ciertamente había pocas rehalas que estuvieran completas. Se perdieron muchísimos perros que gracias al compañerismo entre perreros y dueños de rehala fueron recogiéndose por distintos puntos de la mancha. La salida de los furgones se las trajo y es que los carriles con tanta agua acabaron infames, mas de uno acabo saliendo remolcado.

Cuando aparecí por la junta no quedaba prácticamente nadie, desolado y con la moral por lo suelos, eche un vistazo a los venaos cobrados pero ninguno se parecía al mío, ni por la cuerna ni por el tiro. Entre la dificultad de sacar la reses y el lugar donde debió ir a morir, ese bicho no iba a aparecer. Me pegue un rato al candelón con mi amigo Rafa, le comente lo sucedido mientras iban llegando los remolques con las reses, cerca de 75 reses, entre venaos y marranos. Magnifico resultado.

Con la noche ya echá, Rafa y yo nos despedimos de la poca gente que quedaba de la peña Monteros del Sur, les dimos la enhorabuena y cogimos camino para Córdoba. El mal sabor de boca de no haber cobrado el venao aun me dura y no se me quitara de la cabeza, ni que decir tiene que se me quitaron hasta las ganas de saber del Barça - Madrid que se estaba jugando en aquellos instantes.

Aprovecho para felicitar a todas las rehalas, perreros, arrieros, postores y demás trabajadores de la sierra, pues el día que les tocó lidiar en La Candelera fue peliagudo, cuanto menos, y lo sacaron pa´lante de forma ejemplar.