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UNA REHALA

UNA REHALA

No hay verdadera montería sin perros. Cuando se montea de verdad, es decir, con todos los elementos que el caso requiere, y entre ellos, y en lugar preeminente, varias rehalas punteras, éstas lo van diciendo todo. Lo van diciendo todo al que sabe escuchar, que no es fácil. Si sabe escuchar, aunque le haya tocado un puesto en que, por mala suerte, no haya tenido vista sobre el terreno, se habrá podido dar perfecta cuenta -siempre y cuando los perros sean de calidad- de todo cuanto ha sucedido en el día. Desde la hora en que se soltó hasta en la que se terminó la batida: de si ha habido interés o no, de si se ha tirado bien o mal, de si la caza ha corrido en dirección que convenía, de si se ha vuelto o de si no ha salido. En fin, de todo se habrá enterado y bien poco será lo que le puedan contar los que han tenido la suerte de presenciar el conjunto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

EL PERRO DE REHALA

EL PERRO DE REHALA

El buen perro de rehala, sea cualquiera su clase, desde el puro podenco envelado y peliduro al de padres desconocidos y tipo inverosímil -que los dos pueden ser de punta-, requiere, entre otras, las siguientes características principales: fuerza, coraje, perseverancia, vientos y dicha. A cuál de ellas mas importantes, y si no las reúne es un perro incompleto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

La Candelera Baja (Obejo, Córdoba)

Por la carretera del Muriano fuimos juntándonos, íbamos hacía La Candelera. Primera parada en el surtidor del Vacar, segunda, en El Cruce de Villarta. Tras abrazos, saludos y chascarrillos, carretera y manta camino de La Candelera, el día se estaba poniendo negro y no era cuestión de quedarse atrás entre tanta curva.

Con unas migas "aliñadas" con su respectivo huevo frito y un chupito de aguardiente fuimos entrando en calor, además, metalizándonos del día agua que nos esperaba. Las miradas se fijaban en los cerros imponentes que componen la mancha de La Candelera, aunque la niebla impedía diferenciar los coronos de muchos de estos cerros. Monteaba por primera vez esta finca que se salvó de milagro de las llamas años atrás. Me habían hablado de su dureza, de sus barrancos, de su cerrado monte de cabeza, de sus cerros pero hasta que no la pude contemplar no me percate de lo bonita que es la finca: me encanto, la verdad sea dicha.


Junta en La Candelera Baja.

Monteros del Sur, como le caracteriza contó con muchas de las rehalas importantes de la provincia, en su mayoría de la Asociación de Rehalas de Córdoba. Gente comprometida, aficionada y muy competente. Da gusto cuando el grueso de este grupo de amigos se junta, se respira compañerismo y pasión por este mundo. Me encantaría enumerarlas pero fueron tantas que estoy seguro que alguna me dejaría atrás. Desde aquí les trasmito la enhorabuena, no por mi, sino por todos los monteros que allí estuvimos, pues su labor fue inmejorable y la sensación de los monteros fue esa.

Foreros de la revista Cazadores presentes en La Candelera.

El puesto en el cierre con el Campo de Tiro, junto a Nando, magnifico aficionado y buen amigo. Prácticamente con la espalda echá en la tela. Vista, toda la del mundo, tiradero, lo que se dice tiradero, poco, pero como comentamos al llegar: vamos a disfrutar viendo montear. Y así fue, nos soltaron a nuestra izquierda. Los barrancos que divisamos frente a nuestra postura los montearon de manera magistral y con dos "guevos" las rehalas de Antonio Salado, Jesús Bernier, Juan Fdez de Mesa, Antonio Cabrera y Rafael Borland. El resto de rehalas estuvieron a la misma altura, sensacionales en sus manos, muy largas y bastante duras.

Podenco berrendo de Velasco (divisa roja y collarín de la cencerra rojo).

La suelta la sentimos cerca, justo desde donde pusimos pie a tierra para tomar camino de las posturas. Durante un buen rato las carreras y ladras se sucedieron, los perros tenían ganas de montear y las condiciones del campo iban a ayudar. Desde nuestra posición privilegiada pudimos ver como los puestos empezaban a tirar, las reses se movían acosadas por los valientes perros. Joaquín Borland y Berenguer, perreros de Rafael Borland y de Juan Fdez de Mesa, se dejaban la voz animando a los suyos en el duro barranco que teníamos al frente.

Camarón, figura de la rehala de Joaquín Vadillo (divisa a franjas rojas y grises y collarín verde).

La niebla, poco a poco se fue echando, prácticamente no veíamos mas allá de nuestro corto tiradero. Alguna cierva se nos metió encima malleando y un buen vareto se las ingenio para atravesar la tela. Empezaba a caer una débil lluvia que iba calando, la cosa se estaba poniendo fea. De repente, a nuestra izquierda sentimos dos tiros, era Javi. Ágiles salimos de nuestro letargo provocado por el agua y la niebla. Un venao precioso choca contra la malla y toma la verea que lo trae encima nuestra, lo íbamos a tirar a cascaporro. La imagen del venao, con la cuerna cerraita arriba, directo hacia nosotros se me ha quedao grabá. Lo aguanto y cuando pasa por delante lo tiro casi sin tiempo de apuntarlo. Va dado, con un tiro en los lomos que vemos perfectamente, el segundo tiro parece que no lo toca. Tronchando jaras y a todo meter choca contra la malla, se pierde de vista en el monte y a mi se me queda cara de limón. Nos asomamos pero no era el momento de buscarlo, ni a el ni la sangre. La carita con que nos miramos Nando y yo era digna de retrato, incrédulos nos consolamos pensando que debía estar muerto barranco abajo. La llamada de Javi no se hace esperar, el aseguraba haberle dado y de aparecer si además de mi tiro en los lomos, tenia otro, seria suyo pero antes de tantas historias habría que dar con el. La sonrisa que se le escapó a Nando cuando ví por donde tenía que ir en su busca al acabar delataba que el barranco se las traía.

Nando, atento en la linde del Campo de Tiro.

La lluvia iba a mas, del chispeo inicial se había pasado a un chaparrón de mil pares de narices. Lo peor el viento: fuerte y de cara. Aquello estaba cogiendo tintes épicos. El paraguas roto, el impermeable se había quedao atrás y chaquetón y gorro calaos. El frío cada vez se sentía más y como dos estatuas nos manteníamos tiesos mirando al frente, terrible. El tiempo pasaba lentísimo y en mi cabeza el venao, estaba deseando de ir a buscarlo, era de los más bonitos que había tirado en mi vida y por el día, el lugar, la compañía y el lance había que cobrarlo. Los perros se sentían de vuelta, alguno de Fdez de Mesa se entretenía en nuestro puesto y a mi me mosqueaba no sentir ninguno por donde quería imaginar que pudiera estar el venao, que comedura de tarro tenia yo encima.

Se acercó Javi a nuestro puesto, llegaba nervioso, había marrado otro venao y el mosqueo que traía encima era considerable. Recogimos, me eche el zurrón a la espalda y cogí barranco abajo. El resto de trastos, amablemente, se lo llevaron entre Nando y Javi para los coches. Deseándome suerte cogimos direcciones contrarias. Gracias a Dios había dejado de caer agua. Subí y baje por el barranco, mas cerca y mas alejado de la malla, seguí por las distintas vereas que encontraba a mi paso y nada, ni rastro del venao. Acabe en la suelta de la parte baja, allí los perreros de Peña, Navajas y Aguilera recogían sus perros. Poco a poco iban apareciendo perros pero ciertamente había pocas rehalas que estuvieran completas. Se perdieron muchísimos perros que gracias al compañerismo entre perreros y dueños de rehala fueron recogiéndose por distintos puntos de la mancha. La salida de los furgones se las trajo y es que los carriles con tanta agua acabaron infames, mas de uno acabo saliendo remolcado.

Cuando aparecí por la junta no quedaba prácticamente nadie, desolado y con la moral por lo suelos, eche un vistazo a los venaos cobrados pero ninguno se parecía al mío, ni por la cuerna ni por el tiro. Entre la dificultad de sacar la reses y el lugar donde debió ir a morir, ese bicho no iba a aparecer. Me pegue un rato al candelón con mi amigo Rafa, le comente lo sucedido mientras iban llegando los remolques con las reses, cerca de 75 reses, entre venaos y marranos. Magnifico resultado.

Con la noche ya echá, Rafa y yo nos despedimos de la poca gente que quedaba de la peña Monteros del Sur, les dimos la enhorabuena y cogimos camino para Córdoba. El mal sabor de boca de no haber cobrado el venao aun me dura y no se me quitara de la cabeza, ni que decir tiene que se me quitaron hasta las ganas de saber del Barça - Madrid que se estaba jugando en aquellos instantes.

Aprovecho para felicitar a todas las rehalas, perreros, arrieros, postores y demás trabajadores de la sierra, pues el día que les tocó lidiar en La Candelera fue peliagudo, cuanto menos, y lo sacaron pa´lante de forma ejemplar.

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