Dani, Gitanillo, Iñigo y Luis antes de sacar las primeras armadas.
El primer día monteamos la mancha que pega con Campo Alto, quebrada y con zonas de pinar y encinares. La junta pegando con la antigua carretera, antes de llegar al polvorín del Vacar. Después de unas rebanadas de pan frito y un chocolate caliente, el sorteo y el rezo. A las primeras armadas se les dio tiempo pues debían cerrar la mancha, cosa que nos permitió a los que salíamos de los últimos poder echar un buen rato con la gente del perro, que suelen dar cara en los desayunos cuando uno esta sacando los trastos de matar en su postura.
Buen ambiente se respiro el primer día en El Álamo.
Dos personajes de nuestra sierra. Rafael Ruíz y Rafael Borland.
Me soltaron justo delante las rehalas de: Madueño (divisa verde con franja blanca) y del Chaleco (divisa a franjas blancas y rojas), este ultimo me animo al pasar, diciéndome que me echaría un marrano, y lo echaron, pero corrió hacia el puesto anterior al mío donde Luís lo apiolo, tratándose de un magnifico cochino. Por la espalda me entraron los perros de Espejo (divisa a franjas verdes y blancas con collarín de la cencerra rojo) y de Pedro Armenta (divisa amarilla), que remataban a la altura de mi postura, dando media vuelta y tomando camino de su suelta. Ya solo me quedaba la esperanza de que Madueño y Chaleco, al volver levantaran algún cochinete pero no hubo fortuna.
"El Orejas", rehala de Espejo, llamando para volver pa´tras delante de mi postura.
Lourdes contenta, con su cochino de El Alamo.
Dejando hacer a los carniceros volvimos al cortijo donde pegados a la chimenea nos tomamos unos dulces rodeados de buenos aficionados y prometedores monteros jóvenes. No era cuestión de alargar mucho que al día siguiente había que darle el segundo golpe, pero ciertamente costaba salir de tan buen ambiente.
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