Tito, Emilio Holgado, Pepe Sáez, Juan Cabello y Antonio Crespo en la junta de Choza Redonda.
Se había echado de menos esta montería durante la ya pasada campaña montera, y cuando Grego me comentó el plan me hizo una tremenda ilusión el que contara conmigo para tal sarao. Se montarían poquitos puestos y prácticamente la mayoría gente joven, buenos aficionados y con ganas de pasar un buen día entre amigos, para más inri en un lugar tan agradable como lo es Choza Redonda, en las mismas afueras de Córdoba y dando cara al embalse de San Rafael de Navallana. Se montearía con dos rehalas, la de Diego García Courtoy y la de Manolo Pérez.
Pepillo Fragonetas, perrero de Diego García Courtoy, junto a sus perros.
Pepe Millán, Manolo Pérez y Prosineski, charlando con Pepillo antes de rezar.
Cristóbal y José Ignacio. Buenos aficionados nos juntamos en Choza Redonda.
Saboreando una copita de anís charlamos unos y otros mientras esperábamos a Faillo, hermano de Grego, que había ido con Prosineski, perrero de Manolo Pérez, a enseñarle su suelta. A Pepillo Fragonetas poco hubo que enseñarle de Choza, dudo que exista un rodal de la zona que no haya trasteado alguna vez con sus valientes.
José Ignacio, Prosineski y Pepillo. ¿Qué estarían tramando los tres?
Momento del rezo en Choza Redonda.
El puesto, en un cruce de caminos, era bastante cerrado pero bonito y emocionante. El tiro debía ser al salto del carril, con la tensión que conlleva. Las vistas una maravilla. Por bajo, imponente con tanta agua acumulada, el pantano de San Rafael de Navallana y tras él los cerros de El Cotillo, Nava del Moro y Las Morras. El campo estaba precioso, el día encapotado, unas pequeñas gotas refrescando la mañana y las distintas tonalidades de verdes coloreaban un paisaje de pintura.
Preciosas las vistas desde el número 2 de Bajondillo.
La suelta no se hizo esperar, al poco rato sentimos las voces de Pepillo Fragonetas y de José Ignacio, que por un día cambio el rifle y el catre para acompañar a Pepillo en su faena. Gran aficionado y mejor amigo José Ignacio. Manolo hijo, como en otras muchas ocasiones, rompió monte con sus perros junto al bueno de Prosineski. Otro gran tío Manolo.
Solitario, magnífico atravesao ligero de la rehala de Manolo Pérez.
Cada rehala llevaría una mano distinta, siendo la de Diego García Courtoy la encargada de empujar los marranos hacia nuestro cierre pero, según me comento Grego, no llegarían a dar cara a nuestra armada. Se darían la vuelta antes. Lástima, me quedé con las ganas de ver trabajar a los podencos y cruzaos de collar negro y collarín de la cencerra amarillo.
Rambo, fuerte y valiente este atravesao de la rehala de Diego García Courtoy.
Tiros se sintieron, no como otros años, pero es que no se podía comparar este manchón con la montería habitual. Al final media docena de marranos en la casa y alguno más que se falló. Pronto estábamos todos en el cortijo. Pepillo y Prosineski no tardaron en recoger y por una vez llegaron a la par que los demás. Precisamente junto a ambos nos sentamos unos cuantos aficionados al mundo de la rehala, disfrutando de lo lindo mientras escuchamos sus anécdotas y demás historietas montunas. Vaya dos personajes.
Con un sonriente José Ignacio contento por el buen día monteando junto a Pepillo.
La comida estuvo sensacional, un tapeo magnifico y después una mesa con ensaladas, pechugas en escabeche y un cocido tremendo. De postre un buffet de tartas de los que nunca gusta dejarse una sin probar, yo no lo hice. Había que elegir entre el calor de la chimenea o las maravillosas vistas desde la piscina, difícil elección. En un lugar o en otro fuimos haciendo corrillos de aficionados y amigos, charlando y disfrutando de un lugar único como lo es Choza Redonda.
Guti, José Ignacio y Manolo charlando con el pantano de Navallana de fondo.
La cosa se alargó, y es que no podía ser de otra manera. Grego y Faillo, guitarra en mano, animaron al personal. Entre cantes y bailes se prolongó el día hasta después de media noche. Los locos del campo y los perros preferimos seguir a lo nuestro. El rato que echamos José Ignacio, Manolo y yo en el porche de Choza fue de los que gustan: rehalas, perreros, encastes,...En fin, lo que nos apasiona.
Mero, Manuel, Faillo, José María y Borjita. Buenos y jóvenes aficionados.
Nos costó salir de allí, como de costumbre se estaba demasiado a gusto. La hospitalidad y cariño de Inmaculada, la maestría gitana de Faillo con la guitarra y las ocurrencias musicales de Gregorio, provocaron que el día del manchón en Choza Redonda fuera, de nuevo, inolvidable. Gracias amigos.
Foto para el recuerdo en Choza Redonda.
Pepillo gran perrero de inconfunible voz en el campo,buen cazador,genial amigo,fenomenal padre y mejor abuelo.un abrazo para todos los conocidos y amigos de la monteria y un beso muy grande para mi padre(pepillo furgonetas)
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