La Hoja Perdida es una mancha chiquitita, localizada junto a la carretera que une Santa Eufemia con Almadén, y a la margen derecha del río Guadalmez en su camino buscando su desembocadura en el Zújar. Forma un triángulo cuyas lindes son: El citado río y las fincas Vioque y Palacio. Entre amigos, se encargan de organizarla Nono y Carlos cada año. Poquitos puestos, buenos aficionados y mucha predisposición a darle un buen susto a los marranos.
Buenos aficionados nos damos cita cada año en La Hoja Perdida.
En su día nos vimos obligados a suspenderla, estaba puesta para principios de año. La decisión fue acertada, aquel domingo de enero coincidió con la tremenda nevada y aquella zona se vio afectada sobremanera. Nuestra pena, que por aquellos días la mancha se veía muy tocada de cochinos y la ilusión por dar un buen manchón se desvaneció, nunca mejor dicho, por fuerza mayor.
El Cortijo La Vega, lugar de la junta.
La junta en El Cortijo La Vega, cerca de la estación de Guadalmez. Allí poco a poco fuimos llegando. Después de una café y unas perrunillas, dio comienzo el sorteo. Nono y Carlos se encargaron de dirigirlo ágilmente. La suerte me mandó a una armada que no me disgustaba, Las Peñas. Además, Aniceto estaría en el número cuatro, yo en el tres y eso me animaba pues me comentó que sus vecinos últimamente tiraban.
Juan Vilela bromeando con Carlos y Nono Gonzalez de Canales, antes del sorteo.
Buenos aficionados, cordobeses y extremeños, nos solemos juntar cada año para dar esta mancha. El buen ambiente que reina y la ilusión con que nos juntamos siempre hace de este ganchete un día muy especial. En nuestra mente siempre, las ganas de poder un día formalizar un grupo en torno a una mancha de las auténticas y verdaderas como las que existen por aquella zona tan salvaje donde ser unen las tres comunidades autónomas.
Momento del rezo en La Hoja Perdida.
Rehalas vinieron cuatro, una de Sta. Eufemia y otras tres de Córdoba, la de Pepe Ortega (divisa y collarín de la cencerra naranja), la de Eduardo Cadenas (divisa bandera nacional sobre fondo azul) y la de Mari Carmen Prieto (Divisa roja y negra). Nono y Carlos siempre cuidan el tema de las rehalas, cosa que valoramos los que asistimos.
Buenas rehalas se citaron para La Hoja Perdida. En la imagen, sus perreros.
Tras el rezo, las armadas fueron saliendo poco a poco. Para facilitar el siempre complicado cierre de la mancha se intentó llevar los menos coches posibles y hacer poco ruido. Por esta razón se montaron muchas posturas andando. Aquello es muy chiquitito y hay que cerrarlo a conciencia. Se echa de menos hoy día las caminatas hasta el puesto registrando pistas y vereas.
Armada Las Peñas camino de sus posturas.
Mi armada, Las Peñas, se montaba en forma de "T" o martillo. El número uno y dos iban en el cortafuegos obligado de la servidumbre de un gaseoducto. El tres, el mío, en uno de los extremos de la corona de la "T", y el resto de la armada en el otro extremo de la corona, en unas peñas que daban el nombre a la armada. El puesto, muy cerrado era complicadísimo, afortunadamente el aire pegando en la cara. El cortadero estaba muy sucio de jaras y una anchura de no más de dos metros. Delante una lengua de monte muy cerrada donde siempre se encamaban cochinos y a la espalda la huida hacia Palacio. El tiro, si se diera el caso, debía de ser muy intuitivo.
Sucio y complicado el número tres de Las Peñas.
La suelta no se hizo esperar, como todos los años en la zona de dehesa. El primero en dar cara al cortadero fue uno de Pepe Ortega que cazando largo y lejos de Cristiano había llegado hasta el final de la mancha. Con su traqueteo movió algún que otro zorro que me sorprendió en su sigilosa marcha. No soy yo mucho de tirar los zorros, bien se sabe quien suele fiarse de ellos en su huida de las manchas.
El de Pepe Ortega dando cara en mi postura.
Los primeros disparos se empezaron a sentir, las ladras dieron vida al silencio que había reinado durante un buen rato. Las pepas y alguna corza que guardaba la mancha se movieron con el trabajo de los perros. Las voces de Pepe "El Sartén" y Javi, perreros de Cadenas y de Mari Carmen Prieto respectivamente, se sentían en lo más hondo del monte animando a sus valientes. Por lo que oigo comentar, un buen marrano trae locos a los perros en lo más espeso, las carreras y las ladras de los alegres podencos delatan el lance donde no alcanza mi vista.
Berrendo con divisa roja y negra, propiedad de Mari Carmen Prieto.
Una carrera por bajo de mi cortadero me pone en alerta, parece un marrano que paralelo a mi cortadero toma las de "villa diego" hacia Vioque. Por mucho que intenté clarearlo entre las jaras me fue imposible. A ver si el cierre de Vioque lo ponía patas arriba. Con las rehalas muy próximas una cierva salta hacia Palacio, tras ella uno de Eduardo Cadenas con fuertes apoyos y achaparraete, muy en su tipo. Qué buena temporada la de esta rehala.
El de Cadenas, con divisa de bandera nacional sobre fondo azul, atento al latir de un compañero.
Detalle de la furgoneta de la rehala de Pepe Ortega.
Después de recoger, juntos marchamos hacia donde habíamos dejado los coches. Poco a poco fueron llegando los componentes de nuestra armada, el uno había cobrado una marrana hermosa y Carlos, desde Las Peñas había matado otro marrano. Esos dos cochinos fueron el resultado final, pero tirar se tiraron al menos tres o cuatro más. El marrano grande que se las vio y se las deseó con los perros se escapó entre los coches, un clásico. Por algo llegan a viejos.
Cristiano, perrero de Ortega, sujetando a uno de sus berrendos mientras le cosían una puñalada en un jamón.
La comida fue en la casa de Las Cumbres. Un puchero de garbanzos chicos con una pringá sensacional nos calentó el cuerpo, a los que como yo estuvieron sintiendo el airecito serrano toda la mañana en la cara. Después de un café y un dulce, vuelta para Córdoba. Al día siguiente había que volver por la zona para montear en el que ciertamente iba a ser el punto final al curso cinegético 2009/10.
En cualquier caso el día fue estupendo y desde aquí agradecer tanto a Nono, como a Carlos su buen hacer y por supuesto a Luis que no pudo acompañarnos hasta bien entrada la tarde.
ResponderEliminarA mi se me escapó un marrano, esperemos que el año que viene nos podamos ver por allí.
Un saludo.