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UNA REHALA

UNA REHALA

No hay verdadera montería sin perros. Cuando se montea de verdad, es decir, con todos los elementos que el caso requiere, y entre ellos, y en lugar preeminente, varias rehalas punteras, éstas lo van diciendo todo. Lo van diciendo todo al que sabe escuchar, que no es fácil. Si sabe escuchar, aunque le haya tocado un puesto en que, por mala suerte, no haya tenido vista sobre el terreno, se habrá podido dar perfecta cuenta -siempre y cuando los perros sean de calidad- de todo cuanto ha sucedido en el día. Desde la hora en que se soltó hasta en la que se terminó la batida: de si ha habido interés o no, de si se ha tirado bien o mal, de si la caza ha corrido en dirección que convenía, de si se ha vuelto o de si no ha salido. En fin, de todo se habrá enterado y bien poco será lo que le puedan contar los que han tenido la suerte de presenciar el conjunto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

EL PERRO DE REHALA

EL PERRO DE REHALA

El buen perro de rehala, sea cualquiera su clase, desde el puro podenco envelado y peliduro al de padres desconocidos y tipo inverosímil -que los dos pueden ser de punta-, requiere, entre otras, las siguientes características principales: fuerza, coraje, perseverancia, vientos y dicha. A cuál de ellas mas importantes, y si no las reúne es un perro incompleto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

lunes, 5 de marzo de 2018

El arranque de un sueño

Los inicios no son sencillos, nada nuevo que no sepa cualquiera que haya decidido emprender un nuevo proyecto en algún momento de su vida. En esto de los perros, exactamente igual. Cristina y yo, que aunque conservadores, valentía no nos falta, no tenemos otra ocurrencia que la de echar a andar nuestra rehala la misma primavera en la cual decidimos pasar por la vicaría. Ya que habíamos decidido liarnos la manta a la cabeza, lo hicimos con todas las de la ley.

Sueltos en el corral de la perrera. 

Tras tantear varias opciones una vez terminada la temporada, la decisión final, a día de hoy y esperamos que por muchísimos años, fue acertada. Nuestro concepto de rehala era sencillo y si algo teníamos claro era que cualquier pseudo o alternativa, ni la contemplábamos, ni la íbamos a acoger. Así, una tarde noche de primavera en Torrecampo le planteamos a Ángel Romero, Angelillo, el que a día de hoy es nuestro perrero, que teníamos, que necesitábamos y donde queríamos llegar.

Angelillo, campeando hace ya unos años. 

Pasó poco tiempo hasta que nos citamos de nuevo para darnos una respuesta. Con las ideas tan claras como Cristina y yo las teníamos, la decisión era más suya que nuestra. Y tras puntualizar alguna cuestión y tratar ciertas circunstancias que pudieran darse en el futuro, Cristina, Ángel, su mujer Pepa, y yo, echamos a andar. Por delante mucho trabajo, mucho sacrificio y sobretodo mucha ilusión.

Una buena alimentación de la rehala es imprescindible para su rendimiento.

De golpe y porrazo, Cristina y yo nos habíamos hecho con casi un centenar de perros (en su mayoría podencos), unos setenta y cinco adultos y veintitantos cachorros. Las casi dos docenas que traje yo de mi etapa anterior y el resto que habíamos comprado a Angelillo. La necesidad de comprar un vehículo, con la antelación suficiente para poder acondicionarlo debidamente para transportar perros de rehala, y lo que más miedo me daba, el menester de mover papeles con el tiempo de tramitación suficiente, para que llegáramos a principio de temporada con todo en condiciones. Lo más gracioso que estábamos a puertas de nuestra boda. Desde luego lo nuestro es afición.

Cristina rodeada de cachorros en la perrera.

Sin perder tiempo empezamos a buscarnos la vida. Todas estas cosas o las hace uno con su empeño y sus ganas, o nadie es capaz de resolverle a uno papeletas de esta índole. Eso si, además de agradecer a Cristina la comprensión y la paciencia que tuvo conmigo en estos meses previos a nuestra boda, en la que cualquiera se imagina lo fácilmente que saltaban chispas, debo agradecer al personal de la OCA de Pozoblanco y a Juan Cabello, veterinario y amigo, como me facilitaron la tramitación de tanto y tanto papel para dejar todo encarrilado antes de nuestro viaje de novios. De nuevo hago hincapié, el altar mayor para Cristina.

El Tildiriqui, un artista que pronto se ganó nuestra simpatía. 

Cambio de titularidad del núcleo zoológico (con todo lo que ello supone), cambio de nombre de las cartillas de los "nuevos" perros, búsqueda y compra del vehículo, acondicionamiento del vehículo, autorización del vehículo para transporte de animales, autorización SANDACH,...y ya, una vez de vuelta del viaje de novios: solicitud del NIRA, tramitación de licencia de rehala y sus distintas variantes según sea para Andalucía, Extremadura y Castilla la Mancha, alta en la Asociación de Rehalas de Córdoba, seguro de la rehala,...en fin todo lo que os pueda contar es poco.

Tras ver muchos vehículos, finalmente optamos por comprar esta furgoneta.

Con paciencia y fe fuimos dando pasos hasta que cumplimos el primer hito, que no era otro que estar con nuestros perros presentes en los Jardines de Colón de Córdoba en la IV Concentración Nacional de Rehalas. Para ello el último apretón fue intenso. Cartillas y micros al día, collares y chapas dispuestos., y furgoneta terminada y rotulada.

Una fotografía para el recuerdo. 

Y así fue, a modo muy resumido y sin entrar en detalle, como nuestra rehala se presentó a Córdoba aquel 1 de Octubre de 2017 en la Concentración de Rehalas organizada por la asociación de la cual formamos parte, la Asociación de Rehalas de Córdoba. Para la ocasión, Angelillo cargó quince podencos: Tudela, Fósforo, Gitana, Flamenco, Cantarero, Peluso, Tamarón, Pirata, Capacha, Pellizco, Milagritos, Mandarina, Soberbio, Silverio y Chaves.

Cristina y yo junto a nuestros perros en los Jardines de Colón.

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