Tras tantear varias opciones una vez terminada la temporada, la decisión final, a día de hoy y esperamos que por muchísimos años, fue acertada. Nuestro concepto de rehala era sencillo y si algo teníamos claro era que cualquier pseudo o alternativa, ni la contemplábamos, ni la íbamos a acoger. Así, una tarde noche de primavera en Torrecampo le planteamos a Ángel Romero, Angelillo, el que a día de hoy es nuestro perrero, que teníamos, que necesitábamos y donde queríamos llegar.
Pasó poco tiempo hasta que nos citamos de nuevo para darnos una respuesta. Con las ideas tan claras como Cristina y yo las teníamos, la decisión era más suya que nuestra. Y tras puntualizar alguna cuestión y tratar ciertas circunstancias que pudieran darse en el futuro, Cristina, Ángel, su mujer Pepa, y yo, echamos a andar. Por delante mucho trabajo, mucho sacrificio y sobretodo mucha ilusión.
De golpe y porrazo, Cristina y yo nos habíamos hecho con casi un centenar de perros (en su mayoría podencos), unos setenta y cinco adultos y veintitantos cachorros. Las casi dos docenas que traje yo de mi etapa anterior y el resto que habíamos comprado a Angelillo. La necesidad de comprar un vehículo, con la antelación suficiente para poder acondicionarlo debidamente para transportar perros de rehala, y lo que más miedo me daba, el menester de mover papeles con el tiempo de tramitación suficiente, para que llegáramos a principio de temporada con todo en condiciones. Lo más gracioso que estábamos a puertas de nuestra boda. Desde luego lo nuestro es afición.
Sin perder tiempo empezamos a buscarnos la vida. Todas estas cosas o las hace uno con su empeño y sus ganas, o nadie es capaz de resolverle a uno papeletas de esta índole. Eso si, además de agradecer a Cristina la comprensión y la paciencia que tuvo conmigo en estos meses previos a nuestra boda, en la que cualquiera se imagina lo fácilmente que saltaban chispas, debo agradecer al personal de la OCA de Pozoblanco y a Juan Cabello, veterinario y amigo, como me facilitaron la tramitación de tanto y tanto papel para dejar todo encarrilado antes de nuestro viaje de novios. De nuevo hago hincapié, el altar mayor para Cristina.
Cambio de titularidad del núcleo zoológico (con todo lo que ello supone), cambio de nombre de las cartillas de los "nuevos" perros, búsqueda y compra del vehículo, acondicionamiento del vehículo, autorización del vehículo para transporte de animales, autorización SANDACH,...y ya, una vez de vuelta del viaje de novios: solicitud del NIRA, tramitación de licencia de rehala y sus distintas variantes según sea para Andalucía, Extremadura y Castilla la Mancha, alta en la Asociación de Rehalas de Córdoba, seguro de la rehala,...en fin todo lo que os pueda contar es poco.
Con paciencia y fe fuimos dando pasos hasta que cumplimos el primer hito, que no era otro que estar con nuestros perros presentes en los Jardines de Colón de Córdoba en la IV Concentración Nacional de Rehalas. Para ello el último apretón fue intenso. Cartillas y micros al día, collares y chapas dispuestos., y furgoneta terminada y rotulada.
Y así fue, a modo muy resumido y sin entrar en detalle, como nuestra rehala se presentó a Córdoba aquel 1 de Octubre de 2017 en la Concentración de Rehalas organizada por la asociación de la cual formamos parte, la Asociación de Rehalas de Córdoba. Para la ocasión, Angelillo cargó quince podencos: Tudela, Fósforo, Gitana, Flamenco, Cantarero, Peluso, Tamarón, Pirata, Capacha, Pellizco, Milagritos, Mandarina, Soberbio, Silverio y Chaves.
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