Ha llovido ya bastante desde que tuve la última oportunidad de montear más allá de San Calixto, ciertamente hace ya un porrón de años, y es que desde aquella ocasión en que estrené mis primeras botas altas en La Baja, no había vuelto por aquellos pagos tan monteros y tan míticos de esa zona de la Sierra de Hornachuelos. Cierto es que por la carretera que une Hornachuelos con Posadas o por la que lleva hasta Las Navas de la Concepción, he tenido la oportunidad de montear casi anualmente. En cambio, en esta que va desde San Calixto hasta Fuente Obejuna pasando por El Cabril, desgraciadamente hacia más de quince temporadas que no monteaba.
A mano izquierda, dirección a El Cabril desde Hornachuelos: el Alta Baja.
Si bien esta acabar el año monteando, empezarlo no se queda atrás. Así, tras pasar Noche Vieja y Año Nuevo en el campo, el segundo día del año y con una ilusión tremenda acudí a montear al Alta Baja. Enclavada en el mismo corazón de la Sierra de Hornachuelos y localizada en la margen derecha del río Bembézar se sitúa esta imponente finca a la que faltan adjetivos para calificar. Personalmente no tenía la suerte de conocerla, únicamente las referencias de mi colega y amigo Alberto Tendero, gestor que fue de la finca y por consiguiente, envidia (sana, por supuesto) de todo ingeniero enamorado del campo y la caza como un servidor.
El objetivo principal de la jornada eran las pepas, se trataba de un descaste de ciervas en el que también se podrían tirar marranos. Los venaos y los gamos, quedaban fuera del cupo pero se podrían abatir pagándose a bicho muerto, es decir pasando por caja al finalizar la montería. Después de los golpes anteriores, en los que se habían cobrado magníficos resultados en cuanto a calidad y cantidad, se veía necesario el control de la población de hembras, y es que el Alta Baja es una finca cercada, grande, pero cercada.
Puntual fue llegando el personal al esplendido cortijo de la finca. Para muchos fue una enorme sorpresa encontrarse ese estupendo caserío con el que cuenta la finca. Para otros muchos, entre los que me encuentro, sorprendió mucho más lo maravilloso de la finca en sí. No llega a las tres mil hectáreas de superficie lo que posee el Alta Baja de cabida, siendo su orografía suave y quebrada a la vez. Rica en agua, con al menos un par de buenas pantanetas, y una vegetación rica y maravillosa. Todavía hubo alguno que se quejó de que estaba lejos, me imagino que por ponerle algún pero, porque la finca es una autentica preciosidad.
La peña Lances y Agarres fue la encargada de organizar la montería.
Mucha cara conocida, gente sobretodo de Córdoba capital, de Palma del Río, Hornachuelos y algún que otro montero sevillano, y es que el grueso de socios de la peña montera Lances y Agarres, encargada de organizar la montería, lo conforman monteros de esa comarca del suroeste cordobés. El día se presentaba sensacional: el sol, radiante, reinaba en un esplendido cielo azul y el frío, se puede decir, brillaba por su ausencia.
Podenco fino de la rehala de D. Juan de Dios Pliego.
Lejos de estar hartos de tanto homenaje culinario tras la Navidad, el personal se arrimó a las migas con apego. El primero, el mismo que suscribe, que difícilmente perdona un fantástico desayuno a base de migas con huevos fritos y torreznos en el campo. Tras esto, y como buen maniático que soy, mi palomita de aguardiente para asentar el nada ligero comienzo de la jornada. En el patio, los corrillos se iban formando con un monotema: la soberbia finca en la que nos encontrábamos.
Sin las prisas de otras veces y marcando bien los tiempos, el grueso de los monteros se fue arremolinando entorno a la mesa del sorteo. En ella, parte de la directiva de la peña Lances y Agarres ultimaba los preparativos para dar comienzo al esperado sorteo de las cincuenta posturas con las que se cerrarían las aproximadamente mil doscientas hectáreas que se iban a montear. La imagen del concurrido patio del cortijo siguiendo atento las palabras de D. Antonio Salado era dignas de ver.
El patio del cortijo del Alta Baja durante el sorteo.
Rehalas se convocaron un total de treinta y dos, mucho terreno a batir y muy numeroso el cervuno que puebla el Alta Baja, por lo que estaba sobradamente justificado un número tan alto de rehalas. Los camiones y furgonetas de los perros esperaron en la entrada de la finca hasta que la mancha se cerrara, razón por la que no pude saludar a Ricardín Barbero y pasar revista a los vadillos hasta el final de la jornada.
Acompañaría a José Morales, jefe de campo y miembro de la peña Lances y Agarres, al puesto. Con Morales congenio fenomenal, hombre de campo y magnífica escopeta, José, se puede decir, que ha sido el encargado de recoger el testigo del añorado maestro Juan Manuel Cope (q.e.p.d.), del que estoy seguro que aprendió mucho. Conocedor de la zona y gran aficionado, la caza la ha mamado desde pequeño demostrando en su labor como capitán de montería de la citada peña su profesionalidad y control en un mundo tan engorroso como lo es la montería.
Atentamente se siguió el sorteo en todo momento.
Ágil y con la complicación mínima que presentó la salida de los vehículos de los aledaños del cortijo, fueron partiendo las armadas. Poco se tardó en organizar aquello, y eso que cincuenta puestos no es moco de pavo, pero la agilidad de postores y monteros ayudó a que todo se efectuara de forma tan dinámica. De esta manera, y prácticamente sin darnos cuenta, llegó el momento de marcharnos a nuestro puesto: el último de la última armada.
El puesto era precioso, al igual que la inmensa mayoría de los que fuimos viendo hasta llegar al nuestro. Un amplio tiradero en el que dos regajos confluían delante de nuestra postura, teniendo así dos panderos sucios y un pelín largos, así como un laderón a nuestra izquierda para poder tirar. Ver, seguro veríamos bastantes reses, pues la amplitud del puesto era imponente. A nuestra derecha la tela nos separaba del río Bembézar y de los cerros de la vecina finca La Alameda. Lástima la presencia de la tela que afeaba el puesto.
Las reses tardaron poco en empezar a moverse y aunque no cumplían, sus desconfiados movimientos las delataban y así lo podíamos apreciar desde nuestra ubicación. Mucho venao chico pudimos ver, y es que las mejores cabezas ya las habían quitado en anteriores monterías. Los tiros tardaron en escucharse pero cuando las detonaciones comenzaron a sentirse aquello fue un no parar. Un sobrado cupo de ciervas y unos puestos amplios y largos, fueron la principal razón del citado tiroteo.
Por medio de la emisora y el móvil fuimos siguiendo el transcurso de la montería. Desde distintos puntos de la mancha tanto perreros como monteros, nos tenían bien informados en todo momento de los acontecimientos. Los marranos iban saliendo, y poco a poco se iban cobrando las ciervas previstas. Nosotros, más pendientes del resto que de nuestro propio puesto, esperábamos con ilusión la llegada de los perros.
José Morales, pendiente en todo momento del transcurrir de la montería.
Bien cargado de reses estaba la vertiente del cerro que dominábamos, el Cerro Escobar. Así lo pudimos comprobar cuando las rehalas llegaron a dar cara a nuestra postura. En la mano alta Rafa Martínez Colacao capitaneando los podencos de la rehala de D. Juan de Dios Pliego, por la mano baja D. Juan David García y su rehala, y entre ambos José Antonio, perrero de D. Francisco Soriano. Bien organizados y hablándose en todo momento fue precioso verlos volcar al unísono en nuestra hoya.
Que alegría me dio ver montear la rehala de D. Juan David García, las buenas referencias de mi gente en Hornachuelos en absoluto me habían exagerado. Siendo aun joven, en el escaso tiempo que llevaba monteando esta rehala, ubicada en la finca Los Rayos, estaba consiguiendo su sitio en un mundo tan cerrado como el de las rehalas. Me alegro que la savia nueva consiga abrirse paso a base de buenos perros y honrado trabajo, y no por otras razones.
Una ladra en nuestras mismas narices nos pone en máxima alerta, son los perros de la mano baja y se trata de un marrano. Al momento la rehala al completo acude a la llamada del valiente que ha dado con el encame del cochino. Este, apretado por la fuerza de los perros, sale de su encame. Lo sucio del monte y la marabunta de perros prácticamente hace inútiles nuestros esfuerzos por dar con el marrano. Finalmente el primalón, porque se trataba de un primalón, es cogido por los perros culminando así un lance muy emocionante a pocos metros de nuestra postura.
Con el cupo de las pepas cumplido y esperando escuchar las caracolas del final de la montería, aguardamos nerviosos por ver si se ha cumplido con la finca matándole las ciervas necesarias. Nos llegan noticias de que hay quien se ha animado a tirar un venao o incluso dos, de la misma forma nos enteramos que los cochinos poco a poco han ido saliendo. En fin la cosa no pinta mal y se le nota a Morales en su cara aliviada.
A última hora, un espectacular gamo asoma sus palas en el raspín del Cerro Escobar. Su enorme trofeo nos hace pensárnoslo seriamente, y creo que hizo bien tapándose, porque nuestras intenciones no eran muy pacíficas. Seguramente se trataba del gamo, que según palabras del guarda, pudiera dar oro: ¡como para no pensárselo! Al final, por suerte para él y para nuestro bolsillo, acabó tragándoselo el monte.
Ya en el cortijo pudimos intercambiar lances y volver sobre la belleza de la finca en la que nos encontrábamos. La espectacularidad de los puestos y el continuo movimiento de reses fueron de los puntos más comentados entre los monteros. Mientras, en un salón repleto hasta arriba de monteros, dimos buena cuenta del almuerzo a la par que fueron llegando las reses. Con las ciervas se cumplió, cobrándose las necesarias y previstas, marranos conté veintiséis, venaos once y gamos, la muestra: uno.
Completo y necesario resultado el obtenido por Lances y Agarres en el Alta Baja. Con este descaste de ciervas, aliñado con los marranos y con la posibilidad de poder tirar algún venao o gamo en el caso de que se quiera y se pueda rascar uno el bolsillo, esta peña cordobesa tuvo la oportunidad de montear en una gran finca como es la que aquí se trata. Lástima que la crisis haya salpicado a fincas como esta, y que por ello este sufriendo un desamparo que los que amamos el monte y la sierra nos cueste sobrellevar.
Con Mª José Pliego y Juan Fdez de Mesa jr. estuve charlando un buen rato. Buena cantera para el mundo de las rehalas.
Alta Baja... Me gustó el nombre cuando lo vi hace unos días en una lista. Ahora, después de leerte, me pongo a soñar con ella. Y a destajo, este verano, con ese gamo.
ResponderEliminarGracias.
Tienes razón Jóse, puede que más de uno montee en esta finca la temporada que viene. Rorry ya nos ha puesto los dientes largos, pero voy a aliviarte el sueño, pues probablemente no podamos tirar gamos.
ResponderEliminarP.D. Rorry, gracias por tus crónicas son geniales.
Un Abrazo a todos.
NONO.
me cago en la pena negra,pero si fué a montear fernando alonso.Miralé,con su chalequito rojo de ferrari
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