Ha llovido ya bastante desde aquel domingo invernal en el que monteando Alcornocosas tuve la oportunidad de ver por última vez como un capitán de montería, en este caso Pedro Moyano, después de sortear en las inmediaciones del cortijo de El Pajarón, arremolinó a los perreros de las rehalas convocadas junto al portón trasero de su coche. Con un semblante serio y tras pasar lista visual al personal, comenzó a repartir taco, pólvora y mixtos. -La propina al terminar la montería- mormulló antes de cerrar la trasera del coche.
Eran otros tiempos y era otra gente. Tanto Pedro Moyano como José Carlos Larios, ambos al frente de la desaparecida peña Amigos de la Tradición Montera, como su propio nombre indica, velaban por conservar unas costumbres y hábitos que poco a poco se iba percibiendo como agonizaban para desgracia de las nuevas generaciones y lamento de veteranos monteros. El mundo de la rehala iba cambiando, el conocido "todo vale" se iba haciendo notar para tristeza de muchos.
El Indio, perrero que fuera de D. Ricardo Torres, monteando la temporada pasada.
A muchos, estas cosas del taco, las propinas, los puestos de los dueños de rehala y otros detalles más próximos a la educación que a las costumbres les traerán buenos recuerdos, a otros tantos les sonara a chino mandarín. La cuestión es que eso ha existido toda la vida, al igual que ese lógico trato ejemplar para las personas que traen a tu casa sus perros para poner patas arriba una mancha e intentar que los puestos disfruten con su trabajo.
¿Y a cuento de que viene esto? Sencillamente al error que cometí generalizando cuando no debí hacerlo. En el gremio de la rehala aun quedan cabezones, sí cabezones, que se niegan a rendirse y están dispuestos a luchar por lo que toda la vida ha sido de una forma, la cual personalmente admiro e intento defender. El miedo a aburrirse o el temor a que los aburran siempre estará merodeándoles pero entiendo que su actitud merece un reconocimiento porque ese no bajarse los pantalones es digno de reseñar. En Córdoba, que es lo que mejor conozco, alguno que otro queda.
Insisto, ¿y a cuento de que viene esto? A una necesaria rectificación de mi entrada sobre la montería celebrada en El Pedrejón Bajo. En ella apuntillo el hecho de la ausencia de propina para los perreros de las rehalas convocadas, no siendo esto cierto completamente, pues recientemente he tenido constancia de que al menos Cristiano, perrero de D. José Ortega, si cobró dicha propina y es que Ortega aun demanda y lucha porque se le mantengan esas mínimas exigencias, y que yo personalmente considero dignas, para que sus perros vayan a montear a cualquier mancha.
D. José Ortega cambiando impresiones en una junta montera con Dña. Pilar Repiso.
pero es la verdad: rectificar es de sabios
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