Santa Eulalia, patrona de Totana.
Se puede decir que empezamos por donde acabamos la jornada anterior. Nos dirigimos en busca de varias partidas que habíamos tanteado la tarde anterior. En primer momento, tras aquellos que descaradamente trasteaban en un cortijo en ruinas y posteriormente por un grupo de hembras que nos cogieron la vez en unos cortados muy querenciosos conocidos como Las Cristaleras. Ni en un sitio ni en otro conseguimos dar con lo que íbamos buscando. Un tanto desencantado con el cariz que iba tomando la cosa, Pedro decide ir desde la zona del canal hacia el interior del coto parando continuamente para intentar dar con ellos. En la lejanía consigue divisar una piara en la que parece va una hembra que cumple con el perfil buscado.
Prismáticos en mano, no cesamos en la búsqueda de nuestro objetivo.
"Prepárate, que vas a tirar", me comenta Pedro bastante serio. Con eso basto para que mi aficionado corazón ya empezara a hacer de las suyas golpeándome el pecho. Nos aproximamos buscando un disparo en condiciones, pero no conseguimos sino ponerlos más en alerta. La distancia la veo bastante exagerada y así se lo hago saber. Pedro, quitándole hierro al asunto me anima a probar suerte asegurándome que con mi 300 llegaba hasta allí (llegar se yo muy bien que llega, pero...). En fin, ¿quién dijo miedo? Me apoyo como buenamente puedo y disparo, sinceramente poco convencido. Como no podía ser de otra manera: ¡agua! El polvo que se levanta no deja lugar a duda. Los 260 metros que nos chiva el telémetro confirman lo que uno, que algo se va conociendo, sabe perfectamente: A esas distancias no le doy yo ni de casualidad.
Los arruis se encontraban altos en las crestas y el lance complicado.
Con la moral un tanto baja proseguimos antes de que el calor anime a los cabros a buscar las frescas cuevas donde suelen pasar las horas mas duras del día. Pedro, un tanto preocupado propone cambiar de aires, iríamos a la zona conocida como La Sierra. Se trata de una parte del coto totalmente distinta al resto de zonas por las que habíamos recechado, mucho pino y un paisaje bastante mas bonito que aquella zona de ramblas y cortados que habíamos conocido hasta el momento. Poco tardamos en ver un grupo con tres hembras que tras estudiarlas decidimos ir a por ellas. Pedro sin perder mas tiempo, y con miedo a que se despisten, me da el visto bueno.
Instantánea del paraje de La Sierra donde localizamos a los arruis.
Croquis del emocinante lance.
Después, un clásico en esto de la caza: La cara de póker con la que nos miramos los tres. No había caído, no habíamos visto gesto de acusar el disparo y mi padre, atento con los gemelos desde su posición (distinta a la nuestra) no había descubierto ninguna señal de sangre en el cuerpo del animal. Pedro, basado en la carrera del animal, calificada como torpona, sostenía que iba dada. Tocaba pistear: mi padre desde el sitio nos indicaría el lugar exacto. Pedro y yo iríamos al tiro. La situación, más montera no podía ser.
Y en el tiro que no se veía nada, ni arroyón, ni sangre: ná de ná, que diría un castizo. Mi padre directamente desapareció de la escena, no daba un duro por un feliz desenlace y dando un paseo se quitó de en medio. Yo, pateando el lugar, empezaba a derrumbarme. Pedro, que deciros, tenía ganas de echarme a los leones y, visto lo visto, yo no iba a ofrecer resistencia. Entonces, fue cuando di con un minúsculo, un ínfimo, un diminuto, un insignificante trocito de carne que a pocos metros y amparado en una pequeña gota de sangre hizo que volviera a creer en mí. A los poco metros otra, y otra gotita, y otra.
Pedro, guarda del coto, fue el primero en darme la enhorabuena.
Tremenda fue la alegría una vez que dimos con ella.
¡¡ Enhorabuena !!
ResponderEliminarSe lo que se siente cuando disparas y ves como tu objetivo se desvanece. A mi me ocurrió algo parecido y gracias a Dios con final feliz com en tu caso. Que nos sirva de lección que siempre que haya una mínima duda tenemos que "pistear".
que me gusta lo que leo.... Enhorabuena, ya no solo por el relato completito que nos regalas, sino por la experiencia vivida...
ResponderEliminarun besico figura :)
Por la zona de los murcianicos hay muy buenos cabros
EliminarBueno Rodrigo, ya sabes como se las gastan los "cabros" de Sierra Espuña, son duros, ágiles, y tremendamente listos, asi que si Dios quiere y las circusntancias son favorables, esperemos que la temporada que viene no sea una hembra, si no un buen macho con barbas hasta el suelo.
ResponderEliminarFelicidades y hasta otra amigo.
El Bisa.
Amigo Rorry enhorabuena por ese arrui hembra y por el relato!!
ResponderEliminarAbrazos
Alfonso