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UNA REHALA

UNA REHALA

No hay verdadera montería sin perros. Cuando se montea de verdad, es decir, con todos los elementos que el caso requiere, y entre ellos, y en lugar preeminente, varias rehalas punteras, éstas lo van diciendo todo. Lo van diciendo todo al que sabe escuchar, que no es fácil. Si sabe escuchar, aunque le haya tocado un puesto en que, por mala suerte, no haya tenido vista sobre el terreno, se habrá podido dar perfecta cuenta -siempre y cuando los perros sean de calidad- de todo cuanto ha sucedido en el día. Desde la hora en que se soltó hasta en la que se terminó la batida: de si ha habido interés o no, de si se ha tirado bien o mal, de si la caza ha corrido en dirección que convenía, de si se ha vuelto o de si no ha salido. En fin, de todo se habrá enterado y bien poco será lo que le puedan contar los que han tenido la suerte de presenciar el conjunto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

EL PERRO DE REHALA

EL PERRO DE REHALA

El buen perro de rehala, sea cualquiera su clase, desde el puro podenco envelado y peliduro al de padres desconocidos y tipo inverosímil -que los dos pueden ser de punta-, requiere, entre otras, las siguientes características principales: fuerza, coraje, perseverancia, vientos y dicha. A cuál de ellas mas importantes, y si no las reúne es un perro incompleto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

lunes, 25 de octubre de 2010

Pistoletazo de salida entre amigos.


Desde hace ya varios años, el primer día de temporada, es el elegido para echar este manchón al que tanto cariño le tenemos. Aquello es muy chiquitito pero es raro que no salga algún marranete, incluso, si se hacen las cosas bien, algo de cervuno aguanta en la mancha hasta el momento de soltar los perros.
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Poquitos puestos y todos buenos amigos.

La cita por la mañana es rápida y ágil, únicamente reunirnos para salir lo más rápido posible, indicar a cada uno su postor y rezar. Siempre las mismas caras, todos buenos amigos dispuestos a pasar un buen día de montería, si ya somos capaces de poner patas arriba algún bicho: Miel sobre hojuelas.
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Alfonso, Pepillo, Faillo, Grego, Paloma y Alejandra antes de salir las armadas.

Fieles, pudiendo montear este primer día en manchas mucho mejores, siempre dos rehalas de confianza: D. Pedro Mohedano y Los Chalecos de Adamuz. Es un detalle que sigan acudiendo leales y tan dispuestos año tras año a nuestra pichivata. Como de costumbre, entraría a montear junto a ambos, sirviendo así de guía y manteniendo en todo momento informado al personal del discurrir de nuestro trasteo, al paso por los puestos.

Los Chalecos junto a Mohedano antes de soltar.

Una vez cerrada la mancha, una simple llamada al móvil nos puso en movimiento. Desde el lugar de la junta tardamos poco en aparcar los dos furgones en el lugar de la suelta. Tras cambiarnos y organizar las manos, llegó el momento con el que uno lleva soñando desde muchos días antes: La primera suelta de la temporada. La mano alta para Los Chalecos y por bajo Mohedano junto a sus podencos finos.

Divisa a franjas rojas y blancas, rehala de Los Chalecos de Adamuz (Córdoba).

Tardó poco en sentirse la primera ladra, los perros de Los Chalecos en la parte alta de la solana habían levantado la primera res. Los ánimos de José a sus perros sonaban como música celestial para los que soñamos con esas melodías todo el año. Poco tardaron los podencos de Mohedano en dar con un marrano que valiente aguantó la huida hasta tener encima prácticamente la rehala al completo, instante en que emprendió su marcha hacia los pasos de traviesa.

Bonita imagen de la suelta de Mohedano.

Sin tiempo para comentar el lance con mis compañeros, una nueva ladra viene directa hacia nosotros. Entre las jaras consigo distinguir un marrano que ágil huye hacia el cierre donde se encuentra Faillo, al que aviso la corrida del cochino mientras animo a los valientes de collar de cuero propiedad de D. Pedro Mohedano. Los disparos no tardan en sentirse.

Instantánea de la suelta de la rehala de Los Chalecos.

Los jai jai de los perros de ambas rehalas se van sucediendo sin pausa. Las detonaciones se sienten y los comentarios entre los que vamos trasteando el monte delatan la alegría por haber pillado los marranos encamados en la mancha. No tardo en ponerme en contacto con algunos de los puestos, comunicándoles la que se estaba liando. Contento, animo a mis compañeros de faena a seguir haciendo bien las cosas.

Mohedano revisando sus valientes tras el agarre.

Todo muy despacio, esperando que vuelvan los perros después de cada ladra, aquello es muy chico y no podemos dejarnos atrás el más mínimo recodo de monte. Son muchas las veces que nos detenemos y esperamos, no hay prisa alguna, y así es como se montea de verdad. De esta manera vamos avanzando mientras disfrutamos de una jornada memorable, pocos sabemos lo complicado que es y no queremos dejar de disfrutar ni un instante de la jornada.

Un corto parón en el agua para que se refresquen los perros y andando a continuar monteando.

Al llegar al agua, parón para juntarnos las dos rehalas de nuevo, llamar perros y continuar hasta el pico de la linde, todavía quedaba mucho que andar. Por los puestos que pasamos habían tirado con distinta fortuna, se estaban divirtiendo de lo lindo con tanta ladra. Llegando al puesto de las piedras, un marrano se arranca con los perros detrás. Pepillo, rápido juega el lance en unos de los puestos más bonitos de la mancha. El cochino herido es cogido por los perros de Los Chalecos, indicándoselo al pasar de vuelta por un servidor. Alegría tremenda la de Pepillo, era su primer cochino y para más inri en casa de su primo.

Javi, acompañado en el puesto por Alejandra y Carmen, no tuvo fortuna.

Álvaro sale de su puesto cuando paso cerca, viene en mi búsqueda. No tiene que decirme nada, simplemente un sincero abrazo de dos amigos que saben como nadie el significado y la complejidad de lo que estábamos viviendo en ese dia que ya nunca olvidaremos. Es el resultado del trabajo bien hecho y de una tremenda ilusión por superar año tras año lo conseguido.

Rematando en el puesto de Alvarito.

Al paso por el puesto de Cristóbal, damos con una marrana que abate certeramente. Ya solo queda juntarnos de nuevo con Los Chalecos en el puesto de Alfonsito y andar para atrás. Quedaba volver y aun podía salir algún marrano más, como así fue. Rematando al final, una nueva ladra se vuelve, los perros de Mohedano, de manera sensacional la siguen todo lo largo de la solana haciendo hilo. Que espectáculo esa ladra eterna hasta que entra en un puesto, desgraciadamente que poco se ve ya hoy día en que las ladras duran pocos metros y los perros vuelven al redil de su perrero. El marrano lo cobra Álvaro, resarciéndose del que se le fue con anterioridad.

Camino de la suelta después de un día memorable.

Llegando al cortafuegos de la linde, una collera de triunfadores: Faillo y Alvarito. El primero se quedó sin balas después de abatir cinco marranos, viéndose obligado a ir a por Alvarito al puesto de al lado para que ocupara su postura, cobrando este dos cochinos más. Vaya día habían echado entre uno y otro, difícilmente lo podrán olvidar.

Más que nunca: Foto para el recuerdo.

Prácticamente tiraron todos los puestos, se cobraron quince cochinos y un bonito venao. Un día de los que difícilmente se volverán a repetir y es que un estreno como el de esta temporada era difícil de preveer aun habiéndose hecho tan bien las cosas desde tiempo atrás. Los que sabemos lo complicado del logro, lo valoramos y somos conscientes de haber disfrutado de una jornada inolvidable. La felicitación desde aquí a mi gran amigo Álvaro y dar la enhorabuena a D. Pedro Mohedano y a Los Chalecos por el, desgraciadamente poco valorado por la mayoría (afortunadamente alguno se dio cuenta de su labor y lo comentaron), trabajo y buen hacer con sus valientes.

Pepillo aguantó su noviazgo estoicamente. ¡Viva el novio!

Pepillo no se libro del noviazgo, lo disfrutó y fue como tiene que ser: En familia y con amigos. Ni que decir tiene que un día así se merecía una gran celebración, y como no podía ser de otra manera el flamenco, la guitarra y las risas se sintieron en la sierra hasta bien entrada la madrugada. Días como estos pocos, pero afortunadamente aun quedan y son los que hacen avivar nuestra tremenda afición por la verdadera montería.

Posando junto al nuevo montero. Enhorabuena Pepillo.

2 comentarios:

  1. Emocionante relato de un día magnífico. Da gusto hacer las cosas bien y poder disfrutarlo entre amigos. Enhorabuena.

    Un saludo.

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