Se echaba una de las manchas de esta imponente finca de la Sierra de Hornachuelos, concretamente la conocida como Cañada de la Monjas del Olivar del Mezquetillas. Mancha abierta situada en las proximidades del añejo caserío de la finca. Después de varios años asistiendo a la parte del interior de la tela, en esta ocasión mantearíamos en lo abierto. Más incertidumbre, más sorpresas, en definitiva: todo más auténtico.
Momento del desayuno en Mezquetillas de Calvo.
Siempre se agradece conocer nuevas manchas, y más por esta zona en la que abundan, siendo destacada su tremenda belleza. Ir a Mezquetillas, a cualquiera de las distintas fincas que con el mismo nombre, pero distinto apellido, existen en Hornachuelos, es sinónimo de ilusión. Precisamente, esa que nos proporciona saber que podemos hacernos con un buen marrano o cobrar un fantástico venao de esos que sorprenden a los propios guardas de las fincas.
Momento del sorteo en Mezquetillas de Calvo.
Aun con el calor reinando, la cita a primera hora de la mañana fue en el llano que antecede al cortijo. Algún conocido de las monterías de la zona, propietarios de coto y dueños de rehala conformaban el plantel. Café, rebaná de pan frito y palomita de anís Castellana: Ya estaba uno preparado para el sorteo. Antes del rezo me dio tiempo de acercarme a saludar a los perreros, arrieros y revisar algunas de las rehalas convocadas.
En Mezquetillas, como en toda la Sierra de Hornachuelos, el rezo tuvo un sabor especial.
En su mayoría, rehalas de la Sierra Norte de Sevilla y de la provincia de Huelva. Mucho paternero en los camiones y remolques, y es que gusta mucho este tipo de perro en estas zonas de las sierras onubenses y sevillanas. Pude distinguir entre las rehalas las de D. Alfredo Erquicia (divisa bandera nacional), D. Matías Moreno (divisa azul y roja) y D. José Antonio Ovelar (divisa roja), entre otras.
Paterneros de la rehala de D. Matías Moreno (divisa azul y roja).
Nos tocó en traviesa, concretamente en la de Los Pinos. Un carril muy quebrado hacia de frontera entre una zona sucia de pinos y una tremenda hoya cerrada con espesa y frondosa vegetación. El tiradero complicado, sin opción al despiste y peliagudo para los primeros días en que uno aun no esta muy fino. Había que estar muy pendiente del carril, pues su salto era la única opción que nos daba el puesto.
Nuestro puesto: Número 1 de la Traviesa de los Pinos.
Tardaron en soltar los perros. Algún tiro se escuchó pero esperaba que la suelta moviese más cervuno, cosa que no ocurrió. No fue hasta la llegada de los primeros perros cuando sentimos alguna corrida de cervuno que por los pinos se alejaba de nuestra postura. Un venao, al que a penas pude intuirle los cuernos se movió entre la maleza. Los perros tardaron en dar con el, pero finalmente consiguieron sacarlo de la espesura. Ni nuestro vecino del número dos, Patricio Ybarra, ni nosotros en el uno pudimos tirarlo.
Vista de parte del puesto en la Traviesa de los Pinos.
Con los perreros dándonos cara, una ladra de marrano devolvió la atención tanto a mi padre como a mí. Una cochina plantaba cara a los valientes paterninos, siendo finalmente abatida en unos de los puestos de cierre con la casa. Aquello estaba apunto de acabar y la vuelta de las rehalas por nuestra carril así lo delataba. Los comentarios de perreros y guías confirmaban el escaso movimiento que había tenido la mancha, alguno encontró sospechosos restos de trapos y balletas, signo de un lamentable chanteo.
Los perros dando cara en nuestra postura.
En la agradable explanada frente al cortijo, un refrigerio y un rico tapeo ayudo a quitar el mal sabor de boca (y la cara de tonto) que se le queda a uno tras haber sufrido las descaradas y vergonzosas consecuencia de un cobarde chanteo. Es triste que aun sigan ocurriendo hechos de este tipo.
El resultado final, sin llegar a las veinte reses, dejo como triunfador a José Joaquín, que abatió un magnifico cochino con una desproporcionada y curiosa navaja. Contento poso junto a su padre y demás amigos en el patio de Mezquetillas. Otra temporada más que se esfuma sin mucha fortuna, en lo que a marranos se refiere en una de mis zonas favoritas de la Sierra de Hornachuelos.
José Joaquín y su padre junto al tremendo marrano cobrado en Mezquetillas.
Buena crónica Rorry, un saludo.
ResponderEliminarComo siempre fantastica, hacia tiempo que no publicabas nada. Estaba esperando como agua de mayo esas cronicas tuyas que hace que estemos contigo en el puesto viviendo ese lance que nos cuentas. Animo y haber cuando la proxima.
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