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UNA REHALA

UNA REHALA

No hay verdadera montería sin perros. Cuando se montea de verdad, es decir, con todos los elementos que el caso requiere, y entre ellos, y en lugar preeminente, varias rehalas punteras, éstas lo van diciendo todo. Lo van diciendo todo al que sabe escuchar, que no es fácil. Si sabe escuchar, aunque le haya tocado un puesto en que, por mala suerte, no haya tenido vista sobre el terreno, se habrá podido dar perfecta cuenta -siempre y cuando los perros sean de calidad- de todo cuanto ha sucedido en el día. Desde la hora en que se soltó hasta en la que se terminó la batida: de si ha habido interés o no, de si se ha tirado bien o mal, de si la caza ha corrido en dirección que convenía, de si se ha vuelto o de si no ha salido. En fin, de todo se habrá enterado y bien poco será lo que le puedan contar los que han tenido la suerte de presenciar el conjunto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

EL PERRO DE REHALA

EL PERRO DE REHALA

El buen perro de rehala, sea cualquiera su clase, desde el puro podenco envelado y peliduro al de padres desconocidos y tipo inverosímil -que los dos pueden ser de punta-, requiere, entre otras, las siguientes características principales: fuerza, coraje, perseverancia, vientos y dicha. A cuál de ellas mas importantes, y si no las reúne es un perro incompleto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Mezquetillas de Parias (Hornachuelos, Córdoba)


He de admitirlo, por esta finca tengo una gran debilidad. No sé si será mi favorita pero reconozco que Mezquetillas de Parias, Mezquetillas Collada o Vistalegre, con estos nombres se la conoce, es una de mis preferidas. He de confesar también que son innumerables las fincas por las que tengo predilección, pero quizás sea lo mítico, o incluso místico, que afortunadamente aun reúne este precioso rincón del Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos lo que provoque tal veneración.

La junta se celebra junto al cortijo de Collada.

Y ya no es solo la finca en sí, lo es el rancio sabor de sus cortijos, la historia y nombre de cada postura o el aroma añejo que dichosamente se respira en su gran día, el de su montería. Para todo aquel que como el que suscribe es un apasionado de la bibliografía venatoria, montear en un coto con tal renombre y con tanta historia es todo un privilegio. Por fortuna allí se sigue conservando ese gustillo a lo tradicional que tan complicado es mantener hoy día.

Muy buenos aficionados se dan cita cada año en Mezquetillas de Parias.

Como de costumbre, la junta se celebró en la los llanos de delante del cortijo de Collada. Al coronar el carril que sube a la casa, un necesario alto en el camino previo a dejar el coche, sirve para recoger el puesto asignado y así saber la fila de armada en la que dejar el coche. Volvíamos a la armada de la Fuente de la Cierva, pero en lugar de último puesto como en otras ocasiones este año nos mudamos al número cinco. Preciosa la zona y esperanzadora pues era raro el puesto que no tiraba en esta armada.

Nuestro puesto en Mezquetillas de Parias.

Muchas caras conocidas y muchos amigos los que allí coincidimos cada año, no soy el único que se escaquea de sus quehaceres diarios para montear cada año en Mezquetillas. Poco tardamos mi padre y yo en entrar en calor tras arrimarnos a los jeringos con chocolate y saborear la copichuela de aguardiente. El día se presentaba despejado pero el frescor matutino se hacía notar en los aledaños de la coqueta casa de Collada.

El rezo se siguió respetuosamente por los monteros en Mezquetillas.

El rezo se siguió como solo se sigue en esta bendita sierra. Quien haya presenciado el bello momento de la oración en alguna de las añejas monterías de Hornachuelos, sobradamente comprenderá a lo que me refiero. Con tremenda facilidad y con la agilidad que posibilita tener tan bien organizadas las armadas desde el momento en que vamos llegando los monteros, fueron saliendo las filas de coches dirección a la mancha.

Tras el rezo van saliendo las primeras armadas.

Con ilusión y con la incertidumbre que produce el ir a un puesto que no conoces pero del que tienes buenas referencias, partimos mi padre y yo hacía el número cinco de la armada de la Fuente de la Cierva. Un camino que sobradamente conocíamos, y es que son varias la ocasiones en las que hemos estado puestos en alguna postura de la citada armada. Tras dejar el coche en un lugar que no molestara nos dirigimos al puesto localizado en una cañada muy cerrada de monte.

El testero que dominábamos estaba bastante apretado de monte.

El puesto no era feo, todo lo contrario. En la margen derecha de un arroyo de poca entidad pero con una cuenca muy marcada por las caídas de varios cerretes muy poblados de monte, ese monte tan rico y característico de esta zona de la Hornachuelos. Eso sí, era bastante cerrado y con poco ajuste, sobre todo para los marranos, pues desde nuestra localización apenas se distinguían las vereas. Debíamos andarnos muy pendientes pues estaba claro que pocas oportunidades de tiro nos iban a dar las reses en aquella postura.

En la zona derecha del tiradero se podía clarear algo más del testero.

Especial interés es el que cada año me ocupa por saber que perros me van a entrar, en esta finca se cuenta siempre con las rehalas más destacas del panorama cordobés y sevillano. Es este un hecho que se tiene muy en cuenta por la propiedad e independientemente de las rehalas que veas montear, no hay duda que si se es buen aficionado al mundo del perro, como un servidor, en Mezquetillas vas a disfrutar con el trabajo de perros y perreros.

Detalle del furgón de la rehala de D. Javier de Mencos, Marqués de Contadero.

Las reses pronto empezaron a sentirse, el movimiento de vehículos en el interior de la mancha provocó su inquietud y el cervuno comenzó a dar la cara en las posturas, hecho este que se notó al retumbar los primeros disparos. En la hoya de nuestra izquierda, el monte comenzaba a menearse. Poco tardó un grupo de reses en dar cara a nuestro testero, algún venao iba pero lo tempranero del momento y el esperar a que cumplieran como debían provocó que las dejáramos volcar sin prácticamente echarnos el rifle a la cara.

En el puesto número cinco de la armada de la Fuente de la Cierva.

Ilusionados esperamos un lance más propicio o en mi caso poder matarle la res a los perros y dejándola cumplir. Mezquetillas en una finca cercada y el aliciente de disfrutar el lance con los perros es mucho más satisfactorio. También hay que admitir que el venao no era nada del otro mundo. Mezquetillas, si tiene un aliciente es el de los marranos, y es que temporada tras temporada es raro el año que no pasen de los cincuenta cochinos los que se presenten al caer la tarde en el patio del cortijo.

Berrendo de la rehala de D. Pedro Carrasco.

Pronto sentimos la suelta, la fuerza de los perros rápidamente provocó los arrollones del cervuno en nuestra ladera, consiguiendo que en varias ocasiones las pepas llegaran hasta nuestros mismos pies. La cosa se iba calentando, poco a poco los perros iban dando cara en nuestra postura. Podencos coloraos de talla grande con collar y collarín de la cencerra de bandera nacional, no había duda, eran de la rehala propiedad de la Viuda de Curro Vega. A lo lejos se sentían las voces de Oscar, perrero de esta rehala cordobesa tan pareja.

Podenco colorao de la rehala de la Viuda de Curro Vega.

Las ladras se sentían en el monte de manera espectacular, las corridas de las reses no daban receso alguno y lo complicado del puesto nos hacia emplear todos los sentidos en el sucio y bonito testero que conformaba el tiradero. Creímos intuir el trasluzón de algún cochino, pero la espesura del pandero hizo impensable poder meterlo en el visor. Los disparos no cesaban y la impresión era que de nuevo Mezquetillas estaba cumpliendo con las expectativas.

Bellísimo el monte en esta zona de la sierra de Hornachuelos.

Eran ya casi las dos de la tarde y los perros seguían moviendo reses en ese precioso canuto de chaparros, lentiscos y coscojas que rebozaba en nuestro puesto. Era ya hora de estar acordándonos del venao que dejamos pasar, y es que ya no nos entró ningún venao más y tras muchos años monteando en esta finca todo hacía pensar que nos íbamos a ir sin tirar, como finalmente ocurrió.

Magnífico el trabajo de los perros en Mezquetillas.

El camino hacia el precioso cortijo de Mezquetillas de Parias lo hicimos como de costumbre, muy despacio y parando de vez en cuando a disfrutar de la belleza de la finca. Es una maravilla ver los distintos puestos por los que pasamos hasta que llegamos a la casa, algunos preciosos y otros decorados con bastantes tiras de plástico delatando lo efectivo de la postura. Las reses sacadas a cargadero por las bestias, llenaban los carriles, de nuevo un monterión.

Berenguer, perrero de la rehala de D. Juan Fernández de Mesa, en Mezquetillas.

En la misma casa, una de las sueltas da una imagen preciosa a la llegada. Varios perreros tocando la caracola aguardan la llegada de sus valientes más rezagados. En la delantera del cortijo los más tempraneros intercambian lances y anécdotas del día mientras recuperan fuerzas con el aperitivo. El día acompaña y las vistas de la Sierra de Hornachuelos desde el lugar estratégico de aquel precioso caserón son un espectáculo.

Precioso el cortijo de Mezquetillas de Parias.

La comida, como siempre espléndida y los postres sensacionales. Prácticamente casi todo el mundo había tirado, los cochinos habían dado la cara apretados por el gran trabajo de los perros y la climatología nos brindo un buen día de campo.

La cantera siempre presente en Mezquetillas de Parias.

Al caer la tarde, las reses fueron llegando de forma constante para completar un exitoso plantel. Tardamos en partir para Córdoba, el gran ambiente y lo a gusto que se está en Mezquetillas provocó, de nuevo, que nos costase la misma vida despedirnos.

Gran resultado el que se cosechó en Mezquetillas de Parias.

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