Cuando un amigo se acuerda de ti, entre tantos compromisos y familiares, y te avisa cuando montea lo suyo, te hace una tremenda ilusión. Este fue mi sentir cuando la semana de antes me avisó mi amigo Martín: "Rorry, que el viernes echamos lo nuestro, contamos contigo. A las 8:30 en la casa de La Alhondiguilla". Siempre tan serio y decidido para estos temas, como para decirle que no al bueno de Martinaco.
Es una casa donde se piensa y requetepiensan todos los detalles, no dejando nada en el aire. Tanto padre como hijos se vuelcan completamente en ese día, el gran día, el de su montería. Cada puesto está donde está por alguna razón, y siempre se experimenta con alguno de nueva ubicación, al que por cierto nunca le sobran pretendientes porque conocemos el buen ojo que tienen para este tipo de experimentos.

Raúl, perrero de Cruz y Alcaide, Joaquín, perrero de Borland y Alfonsito Enríquez antes de partir hacia la mancha.
Y que buena cuadrilla nos reunimos. Grandes amantes de la montería, de esos que aburrimos al foráneo con el mono tema cuando nos juntamos tomando una cerveza. Rehalas, de lo mejorcito, ya no sólo por sus buenos perros sino por el compromiso y la profesionalidad de unos perreros que se dejan la piel cuando van a casa de un amigo al que aprecian y valoran. Si encima el trabajazo en cuidar la mancha que se ha dado la propiedad tiene sus frutos, poco, o mas bien nada más, se puede pedir.

Cruzaos de Pedro Armenta, divisa amarilla.
Mi puesto, muy bonito, de esos que invitan a cargar a prisa y corriendo el rifle porque te da la sensación que al poco de trasponer el cerrete los coches de la armada vas a tener las primeras reses a tiro. Ya me comentó Martín al preguntarle por el puesto que me había dado que se trataba de una silleta muy bonita y de la que más tarde me dieron muy buenas referencias los "Rafas" (Alcaide y Cruz) pues estuvieron hace dos años allí puestos. Álvaro, se quedó en el puesto anterior al mío, y me llenó de ilusión verlo como un niño chico, nervioso y con ganas de darle más de un susto a algún venao, estrenando por fin su 8x68.

Martín y José Ignacio rodeado de sus amigos antes de salir hacia las posturas.
No habían pasado ni diez minutos cuando un tocón se mete encima mía, sin inmutarme y con el aire a favor se para a menos de 20 metros. Que bella imagen el verlo a tan próxima distancia. Con el ruido provocado por los furgones de los perros, se sienten las primeras carreras, una cierva y su chota cruzan por el cortadero. El nerviosismo de los canes, impacientes en los camiones, aguardando la hora exacta de la suelta provoca el continuado vistazo al reloj deseando que se produzca la suelta próxima al cortijo.
Creo imprescindible detallar las rehalas convocadas pues su magnífico trabajo fue elogiado por todos los monteros asistentes (muchos de ellos entendidos en la materia y de total confianza al valorar su opinión), lástima que mi cortadero no diera para ver más de su trabajo, no pudiendo disfrutar de las misma manera que disfrutaron el resto de amigos con las rehalas de:
- Rafael Alcaide y Rafael Cruz. Perrero: Raúl. Divisa: Verde con "corbata" de la bandera nacional.
- Manolo Pérez. Perrero: Prosineski. Divisa: Marrón con collarín de la bandera nacional.
- Pedro Armenta. Perrero: Pedro Armenta. Divisa: Amarilla.
- Rafael Borland. Perrero: Joaquín Borland. Divisa: Negra sobre fondo azul y collarín amarillo.
- Jesús Bernier. Perrero: Rafael, El Poenco. Divisa: Amarilla y collarín amarillo.
- Luis Giménez. Perrero: Adolfo. Divisa: Roja y goma verde.
- Martín Sánchez Ramade. Perrero: Gitanillo. Divisa: verde claro y collarín verde claro.
- Eduardo Cadenas de Llano. Perrero: Pepe Sartén Chico. Divisa: Bandera nacional sobre fondo azul.
- Antonio Ángel Marín. Perrero: Perico. Divisa: Azul y collarín de la cencerra azul.

Manolo Pérez, padre e hijo, pasando revista a sus perros antes del partir de las armadas.
Únicamente Prosineski, perrero de Manolo Pérez, pasó por mi postura y me echó alguna cierva cuando ya venia de vuelta camino del cortijo. El comentario fue unánime, magnífico el trabajo de los perros y de los perreros. Me quedo con el hecho de que algún que otro amigo, poco puesto en esto de las rehalas se acercara a preguntarme de quien eran los perros de tal o de cual collar pues había disfrutado una barbaridad viéndolos trastear frente a su postura. Así es como uno se aficiona de verdad y no pegando tanto tiro.

Collera de podencos de Manolo Pérez, divisa marrón y collarín de la bandera nacional.
Los tiros no cesaron en toda la mañana, a mi espalda sentí a Grego tirar en varias ocasiones, a mi izquierda los "petardazos" del 8x68 de Álvaro me hacían pensar que estaba disfrutando de lo lindo y los ánimos de los perreros a sus bravos perretes confirmaban que estaban saliendo marranos de las caídas al río. El duro trabajo del verano y el mimar de los días previos estaban dando su resultado.
De las pepas del cupo tiré dos que me entraron, las dos se fueron dadas y es que no acabo yo de centrarme si no se trata de venaos y marranos. Una me la remato José Ignacio, y la otra parece ser que apareció luego a espaldas de mi puesto, que duras son las joias y que poco acertado estuve. De vuelta me encontré a Álvaro que estaba pisteando una de las ciervas que había tirado, anduvimos tras la sangre más de 300 metros y nada, no hubo manera de dar con ella. Al rato la cencerrilla de un valiente de Luis Giménez se siente, un podenco berrendo, el "Pirata", que aparece por el carril buscando la suelta. Le echo mano y aviso a Adolfo que ya venía de camino buscándolo junto a Luis padre. Que dura labor la de búsqueda y espera por parte de los dueños de rehala y los perreros una vez finalizada la montería.

Álvaro, Joaquín, José Ignacio, Martín, Juanele, Javi, Alfonso, Rorry y Álvaro esperando las reses.
En el cortijo, todo caras de satisfacción. Casi todo el mundo había tirado y sobretodo había disfrutado con el día, valorando el buen trabajo de las rehalas. La comida de categoría y el potaje de los de echarse a llorar, sensacional. Luego, con las reses ya recogidas, y con la tranquilidad del trabajo bien hecho, momento de un "refresquito" dando el parte del día a unos anfitriones que habían conseguido que disfrutáramos de un día inolvidable entre amigos y con un gran resultado. La cosa se alargó y como no podía ser de otra manera quedamos los íntimos, es decir, los de siempre.
José Ignacio comenta el resultado en la junta de carnes con Cristiano, perrero de Pepe Ortega, y Rafa.
Desde aquí, un fuerte abrazo a Martín y a José Ignacio, cuando las cosas se hacen así, es difícil que no salga todo tan bien. Enhorabuena amigos.
Alfonso, Manolo, José Luis y Joaquín celebrando el resultado con Martín.