Montería que gusta asistir: Poquitos puestos para cerrar la mancha, de invitación, en el corazón de la Sierra de Hornachuelos (con todo lo que ello conlleva), finca con un sabor diferente a la mayoría de las manchas, buenos aficionados, rehalas: de lo mejorcito y ambiente muy agradable.
Se monteó la mancha Piedras Pardas. De nuevo, al igual que hace un par de años estuvimos en la armada del Turmal, cerrando la huida hacia el refugio natural de las reses, el cerro de "El Peco". Puesto corto, de los que obligan a estar atento pues el tiradero, en una ligera vaguada, era una monda anchota que se abría en el filo del monte, ese monte único de Hornachuelos.
Tras el sentido rezó, en el que entre otros se recordó a Curro Vega y a Pepe Ortega, dueños de rehala recientemente fallecidos, se paso a la salida de las armadas. Todo con extraordinaria celeridad pues a las 10:30 se pretendía soltar, como así fue. Antes de cargar el rifle, un arrollón a nuestra derecha provocado por el discurrir del resto de la armada hacía sus posturas, sin tiempo para reaccionar y con el rifle enfundado, un venado cruzando la monda a todo meter. La cosa no pintaba mal.
Al rato, en el viso, un venado bonito se salia de la mancha sin poderlo tirar. A lo lejos se sentían las rehalas, los perros nerviosos en sus "furgonas" se dirigían hacia el lugar de la suelta. En esto que por el filo del monte, en mi izquierda siento un débil ruido, un mínimo chasquido y rápida mirada hacía los grandes lentiscos que allí flanqueban el cortadero, y al segundo un venado sigilosamente busca su huida. Le veo blanquear las puntas, su cabeza era lo único que asomaba en tan cerrado monte. En silencio y con inmovilidad total aguanto, tras él, otro venado de similares hechuras. Los nervios a flor de piel, cualquier movimiento brusco puede echar al traste el emocionante lance. A los 30 segundos y con lentos movimientos, sin apenas sentirse, sale del monte y en la rivera del mismo toma dirección hacia la mancha vecina. Es el momento que aprovecho para encararme el rifle y disparar. El animal acusa el disparo y a trompicones rompe a correr sobre sus pasos. La herida de muerte le hace tomar la vaguada donde finalmente, tras doblar el tiro, cae. El segundo venado, sin dar cara, vuelve a la mancha sin dar opción a poder tirarlo.
Parejo y bonito venao de Mezquetillas de Calvo.
Trago saliva, y la enhorabuena de mi padre, situado a mi derecha, con una palmadita en el hombro provoca mi emocionada sonrisa. Estreno en esta temporada 2009/10, después de cuatro monterías sin tirar cobraba un bonito venado de 11 puntas en una de mis fincas favoritas, hoy llamada Dehesa Mezquetillas, para mi siempre: Mezquetillas de Calvo.
Al poco del lance se siente la suelta, las carreras alocadas de los perros son animadas por los perreros que comienza su labor buscando la mano a llevar. Los primeros en llegar al venado son una collera de berrendos, preciosos, son de Perico Carrasco (divisa negra con flecos amarillos). No se distraen en absoluto y rápido vuelven a meterse en la mancha. A lo lejos se sienten los primeros disparos, Iñigo Cabello y su hijo Juan, en el puesto de al lado tiran en repetidas ocasiones, que buen puesto hicieron en el difícil cortadero donde estuvieron puestos.
Los gritos de Berenguer, perrero de Juan Fernandez de Mesa (divisa azul y naranja) se sienten cada vez mas cerca, los podencos de su rehala asoman por los clarillos del monte cuando una ladra rompe la maravillosa monotonía del sonar de las cencerrillas: Corazón a cien, rifle encarado y desesperante espera, que no hace sino acelerar aun más el corazón en mi pecho. Una cierva joven rompe hacia nosotros, la rehala casi al completo tras ella, traspone y al rato de vuelta buscando a Berenguer. Con lances así también se disfruta.
Las rehalas pasaron, algún cruzao de Manolo Perez (divisa negra y collarín de la bandera nacional) también llego a nuestra postura. Los tiros no cesaban y la mañana transcurría con ladras lejanas, alguna chota cruzo por nuestro puesto tomando dirección opuesta a los perros.
Pronto, sobre las dos y cuarto se empiezan a escuchar las caracolas en los cerretes próximos al cortijo de Los Canonigos. Nos acercamos a marcar el venao y nos hacemos las fotos de recuerdo cuando pasa el postor a preguntar, recogemos y al jardin de la casa, buscando una cerveza para celebrar el estreno de temporada.
Contento con mi venado una vez finalizada la montería.
Allí comento con unos y otros, Joaquín del Campo también ha matado un venado, como José A. Spínola. Cochinos, no los pillamos en la mancha, solo se cobraron cuatro, siendo buena la marrana de Casilda. En total, 40 reses, sin contar las ciervas, que también se podían tirar. Tras la copiosa comida, ya en el interior de la casa, el corrillo entorno a las reses y la enhorabuena a la propiedad, se puso broche final a una magnifico día de montería en una de las fincas con mas sabor de la Sierra de Hornachuelos.
En el patio de la casa con Jose A. Spínola y Joaquín del Campo.
todavia no e visto fotos ni comentarios dela rehala de iñigo cabello dirigida x lucero dela provincia de adamuz
ResponderEliminarHola Paco,
ResponderEliminarGracias por participar, lo primero.
Cierto, aun no he comentado nada de los perros de Iñigo. Se debe a una sencilla razón y es que esta temporada aun no he tenido la fortuna de verlos trabajar, ni a los perros ni a Lucero. En otras temporadas si me han entrado pero en lo que va de curso cinegético, aunque si he coincidido con Iñigo padre y con Juan su hijo en multiples monterias, no he visto montear a Lucero con los de la divisa verde y blanca. Todavia queda el ultimo achuchón confiare en poder disfrutar con el buen hacer de tan buena rehala.
Un saludo,
Rorry Barbudo.