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UNA REHALA

UNA REHALA

No hay verdadera montería sin perros. Cuando se montea de verdad, es decir, con todos los elementos que el caso requiere, y entre ellos, y en lugar preeminente, varias rehalas punteras, éstas lo van diciendo todo. Lo van diciendo todo al que sabe escuchar, que no es fácil. Si sabe escuchar, aunque le haya tocado un puesto en que, por mala suerte, no haya tenido vista sobre el terreno, se habrá podido dar perfecta cuenta -siempre y cuando los perros sean de calidad- de todo cuanto ha sucedido en el día. Desde la hora en que se soltó hasta en la que se terminó la batida: de si ha habido interés o no, de si se ha tirado bien o mal, de si la caza ha corrido en dirección que convenía, de si se ha vuelto o de si no ha salido. En fin, de todo se habrá enterado y bien poco será lo que le puedan contar los que han tenido la suerte de presenciar el conjunto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

EL PERRO DE REHALA

EL PERRO DE REHALA

El buen perro de rehala, sea cualquiera su clase, desde el puro podenco envelado y peliduro al de padres desconocidos y tipo inverosímil -que los dos pueden ser de punta-, requiere, entre otras, las siguientes características principales: fuerza, coraje, perseverancia, vientos y dicha. A cuál de ellas mas importantes, y si no las reúne es un perro incompleto.

Veinte Años de Caza Mayor. Conde de Yebes.

martes, 27 de octubre de 2009

Cerro el Fraile (Cardeña, Córdoba)

El sábado, Monteros del Sur, repetía un año más esta montería tan "suya". Localizada en el mismo corazón del Parque de Cardeña y Montoro, y haciendo de linde con la Sierra de Andujar se sitúa esta bonita finca, cuya orografía es muy típica del citado Parque cordobés.

La cita, en el carril que da acceso a la finca desde la carretera a Fuencaliente. Muy temprano, a las 8-8:30, estabamos citados los socios y demás asistentes. Lastima que la tempranera hora no adelantara el discurrir de la montería, pues al final hasta casi las 12 no soltamos las rehalas. Nunca mejor dicho lo de soltamos, porque Joaquí Borland me invitó amablemente a que abriera el portón de su camioneta y así soltar sus perros. Un simple detalle, que para muchos significaran poco, a mi personalmente, me hizo muchísima ilusión. Gracias Joaquí.

Suelta de la rehala de Hinojosa en Cerro el Fraile.

El calor reinante fue lo mas desagradable de nuestra mano, por la cual fuimos solos Joaquí y yo. Paralelos a la armada de La Mina y hasta la linde fuimos monteando. A nuestra derecha Jesús Bernier hijo acompañando a "Poenco", y en la misma mano Juan Francisco, de Vicente Merino y Ángel, de Hinojosa. A la izquierda Alejandro, de Vadillo al que acompañó el propio Joaquín. El agua presente puntualmente y la sabia labor de los perreros hizo que sus perros trabajaran de manera correcta: parandose mucho, buscando agua en donde sabían de otros años que existía y dando el ritmo adecuado para que los perros aguantaran monteando a tan altas temperaturas.

Precioso podenco de Antonio Angel Marin (divisa azul y collarín azul).

En nuestra mano, la imagen de la jornada fue protagonizada por un podenco de Hinojosa (divisa naranja y collarín de la cencerra azul) que levantó un marranete y lo llevó latiendolo con mucha afición. Parecía que lo iba a coger pero el cochino paró su alocada carrera y le plantó cara al de Hinojosa que tras un recular obligado por el arreón de marrano volvió a la carga, y así consiguió llevarlo hasta las posturas del rió donde fue abatido.

Cerro el Fraile no falló, otro año más cumplió con las espectativas, cobrándose 48 venaos y 16 cochinos, mejorando la calidad de los venados respecto al año anterior, pues al cortijo llegaron media docena con muy buen trofeo. Cochinos se fue más de uno sin tirar, al menos eso pude ver cuando remetamos la mano que nos toco llevar, quizás otra rehala no hubiera venido mal y mas sabiendo el día de calor que nos esperaba.

Joaquí Borland junto a su alano Tarzan en Cerro el Fraile.

La nota negativa y a denunciar del día, la pusieron un par de puestos que no agusto con su postura tuvieron la "brillante" idea de moverse, cortando así las reses a sus vecinos, poniéndose en peligro ellos y los demás monteros e incluso alguno tiró algún vareto. Lamentable que aún se siga faltando el respeto de esta manera a los compañeros. Los responsables deben hacer lo que esta en sus manos por evitar que se sigan produciendo hechos tan vergonzosos como los descritos.

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