Collada, reza el cartelón con forma de marrano que da entrada al lugar donde los últimos años se viene celebrando la junta. En la explanada, junto al precioso cortijo de Collada, se alinean los coches por armadas, cosa que agiliza mucho la salida y facilita la, siempre tediosa, labor de movilizar tanto coche. Gracias a ello se puede uno detener a saludar y charlar con tanta y tanta cara conocida como nos juntamos en esta divertida montería sin necesidad de estar pendiente hasta el instante anterior a la salida.
Junta de Mezquetillas de Parias.
Antes de aparcar ya sabíamos, mi padre y yo, donde íbamos. Nada más y nada menos que al Cambuco, armada mítica de esta mancha, siendo esta muy cochinera, y que de tanto haberla leído y oído nombrar ansiaba conocerla. Tras unos ricos churros y una palomita, el rezo. Rezo, en el que sentidamente se recordó a Curro Vega, Juan García Liñan, Matías García y Pepe Ortega, grandes dueños de rehala cordobeses que nos han dejado no hace mucho. Que buenas manchas estarán echando allá arriba.
Antes de salir las armadas, momento del rezo.
El día no podía ser mejor, las nubes habían dejado paso al sol y la temperatura: magnifica. Armamos a la inversa, entrando para ello por Pinganillo y cruzando el bravo Guadalora, más de uno lo paso regular, y es que bajaba fuerte. Que alegría da verlo así.
Mi padre con Mariano Aguayo. ¿Qué mancha estarían repasando?.
El puesto, en el mismo carril, tirando al otro lado del arroyo. Allí, una cañá sucia y a sus márgenes dos testeros de chaparros limpios, vamos una preciosidad. El postor nervioso, nos comento el buen venao que se cobró allí el pasado año. Lastima, ese ya no nos entraría. Poco tardaron en pasar delante de nosotros la fila de camiones de los perros, que buenas rehalas vinieron a Mezquetillas.
Precioso nuestro puesto en la famosa armada del Cambuco.
No tardaron mucho en entrarnos por nuestra izquierda las primeras ciervas, una piarilla de cuatro pepas que nos ayudaron a conocer las vereas que toma el cervuno por las caras que dominamos. A lo lejos, Cambuco arriba, veo moverse cinco venaos y al momento una piara de marranos que parece que se le cuela al puesto siguiente, pues no sentimos tiros. La suelta no se hizo esperar, en seguida sentimos las primeras ladras y los ánimos de alguna voz conocida, sin duda íbamos a disfrutar con los perros. Fueron los de divisa azul y naranja los primeros en dar cara a nuestro puesto, eran los podencos de Juan Fdez de Mesa.
Divisa azul y naranja. Rehala de Juan Fdez de Mesa.
Al instante, por la misma caja de arroyo una ladra de un solo valiente que viene directa para nosotros, cada vez mas cerca y no conseguimos clarear lo que lleva el perro delante. Los nervios a flor de piel y los ojos que no eran capaz de diferenciar al bicho entre tanta maleza. La carrera parece de cervuno y los pasos no son de marrano, por fin consigo ver algo, se trata de una cierva. Poco tarda el podenco berrendo, con collar y collarín de la cencerra verde claro, en pillarla. El de Martín Sánchez Ramade se basto para echarla al suelo, tremendo.
Berrendo con collar y collarín de la cencerra verde claro. Fabuloso el trabajo de la rehala de Sánchez Ramade.
Las ladras se suceden y los tiros se sienten por todas partes, música celestial. De repente una nueva ladra, otra vez por el arroyo. Al momento se siente el disparo del puesto de nuestra derecha, pero el jai, jai de los podencos no cesaba, el bicho viene por los mismos pasos que la cierva de antes. Busco un claro en el arroyo y como un flan espero que aparezca, pero no, antes de llegar se para y los perros se le echan encima. A bien que se iba escapar, allí se juntaron perros de Martín Sánchez Ramade, Juan Fdez de Mesa y Perico Carrasco (divisa negra con tirillas amarillas), casi ná. Ese no salía de allí, como así fue. Me asome y desistí de bajar con el cuchillo, se trataba de una marranilla que ya había entregado la cuchara. Lo comento con mi padre cuando de repente sentimos que la ladra corre aguas abajo en nuestra dirección, extrañados nos miramos y de nuevo me asomo. Se trata de otro marrano, primo hermano del primero, que acaban cogiendo los perros sin tiempo para tirarlo. Disfruto del agarre sin quitar ojo de nuestro testero. No hay duda que los perros están en un momento sensacional, muy puestos y el campo magnifico para que trabajen.
Agarre del segundo marrano. Un detalle, todo podenco.
Los de Perico Carrasco, divisa negra con flecos amarillos, sensacionales.
Los tiros se siguen sintiendo, por nuestra espalda las rehalas mueven ciervas que nos mantienen en tensión. Aprovechamos un receso en las carreras para tomar un caldo calentito, sin descuidarnos lo mas mínimo, aquello no había acabado. Son ya cerca de las dos y media, había pasado el día volando y cosa extraña, no habíamos tirado. La vuelta de las rehalas dirección a las sueltas provoca que únicamente sintamos el discurrir del arroyo bajo nuestra postura, que alegría de agua. De repente, a nuestra izquierda y por los pasos de las primeras ciervas aparece un venao que entra zorreao, rápido aviso a mi padre, se echa el rifle a la cara y de un tiro lo revuelca. Se tapa tras unos chaparros y sentimos como rueda hasta la misma caja del arroyo. Un tiro sensacional, en las mismas paletas. Más que nunca, en el minuto noventa, y es que al momento apareció el postor con las bestias.
No le fue fácil al mulo sacar el venao a cargadero.
Tras explicarle donde estaban los dos marranos y la cierva que habían cogido los perros, además de nuestro venao, recogimos y tomamos el carril por el que discurría la armada, dirección a la casa de Mezquetillas, también conocida como Vistalegre. Que caserío más bonito este, inconfundible su escalinata y sus cuidados setos de lentisco. Allí, con una cerveza y las tapas que fueron pasando nos fuimos contando unos y otros los fallos y aciertos de la jornada, mientras, poco a poco iban llegando las reses. Prácticamente todos habíamos tirado, y raro era el que no había visto marranos.
Otro año más hubo noviazgo, y por partida doble. El bautismo montero, como no podía ser de otra manera y para su orgullo, fue dirigido por D. José María Cabrera, desde luego todo un honor para el currículum montero de Patricia Gomez y María Fdez-Figueroa.
José María Cabrera haciendo los honores. Nos costo despedirnos y es que se esta tan a gusto allí, la noche se te echa encima y no te das ni cuenta. Hablas con unos y con otros, hasta que acuerdas y eres de los últimos en quedar aun allí. Al salir para Córdoba y tras despedirnos, en el patio se podían contar sesenta marranos y cincuenta y tantos venaos: monterión, otro año más. Sin duda Mezquetillas de Parias, en mi modesta opinión, es una de las manchas que hacen que Hornachuelos sea santo y seña de nuestra amada montería.
Caserío de Mezquetillas de Parias, sin comentarios.
Como siempre genial Rorry
ResponderEliminarUn saludo
No sé vé bien en la foto la calidad del venado, pero da igual. La crónica es Oro y es lo que cuenta.
ResponderEliminarMuchas gracias compañeros. Me alegra que os haya gustado, la verdad que pase un día genial. Disfrute mucho y me imagino que gracias a ello se hace mas facil relatar el dia. Os agradezco vuestra participación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Rorry Barbudo.
Rorry definitavemente estas nominado hacer redactor en el mundo cinegetico, escritor de libros cinegeticos a la venta el primer libro LAS MEMORIAS MONTERAS RORRY I . Cuentas las cosas de tal forma que parece que uno esta en el monte contigo ehnorabuena , ademas tu pasion por los perros te hace ver la monteria desde un punto de vista mucho mas amplio y el encanto que tiene los tramites en tus cronicas.
ResponderEliminarUN abrazo Aguilera A.
¡¡Compañero!!
ResponderEliminarMuchas gracias por tan cariñosas palabras. Me queda mucho aun para retos tan ilusionantes pero con animos comos los tuyos uno se viene muy arriba. Gracias amigo.
Me alegra que te gusten mis croniquillas, disfrutando tanto en el campo las palabras salen solas y uno es capaz de echar estas perrafadas.
Muchas gracias de nuevo, amigo.
Un abrazo y enhorabuena por tu dia en El Jabardillo, eso ya son palabras mayores.
Rorry Barbudo.